Marco Fidel Rocha Rodríguez
Tal como lo anunció Diosdado Cabello Presidente de la Asamblea de Venezuela, vienen para algunos países latinoamericanos movimientos a los cuales se debe poner atención. Lo ocurrido en Colombia, no deja de ser una gran preocupación los hechos vandálicos dirigidos contra el sistema colectivo de transporte, y los grafitis en edificios y vitrinas, sin importar sus efectos para los propietarios y para la sociedad colombiana quien debe salir a reponer los daños causados por la turba desenfrenada que actuó en lugares claves de la ciudad desobedeciendo la orden de una marcha en paz y con unas rutas definidas.
Lo ocurrido no puede pasar desapercibido ni para el Gobierno, ni para el Congreso de La República, ni para algunos ciudadanos que con su comportamiento vienen colaborando con los actos de corrupción, que no permiten adelantar proyectos sociales de suma urgencia para el país.
Estos ataques que afectan el orden público y contra la propiedad privada y la propiedad del pueblo colombiano, merecen urgente atención y una revisión de las políticas a seguir por parte del Congreso, de los Gobiernos Nacional, Departamental y Municipal del país.
Es claro y se ha anunciado de tiempo atrás que la CORRUPCIÓN y el NARCOTRÁFICO, son los dos cánceres que desde décadas vienen afectando al país, pero lamentablemente en el caso del narcotráfico este se viene extendiendo de manera incontrolada y no solo aparecen nuevos actores nacionales, sino ahora tenemos el refinado aparato de las mafias mexicanas.
Deberíamos centrar nuestros esfuerzos en combatir el cultivo y comercio de la droga aun sacrificando algunos proyectos cuya demora no es tan grave como lo es el crecimiento del “negocio maldito”. En lo referente a la corrupción, lamentablemente los “cacareados” proyectos de algunos sectores políticos no hacen la carrera debida en quienes tienen la obligación de velar por la transparencia en las actividades de la Nación.
Nuestro cuerpo legislativo debe ser más selectivo en los temas que más urgen a los colombianos, además debe ser más eficiente y, sobre todo, dedicar más tiempo a la legislación y menos a las luchas internas a las cuales no solo nos tienen acostumbrados, sino que estamos fatigados. Necesitamos un cuerpo legislativo disciplinado, capaz de conciliar, pero sobre todo de definir qué es lo mejor para el pueblo colombiano. La penetración de los políticos en casi todos los sectores de la sociedad es preocupante, porque esa intromisión no se refiere a aportes para mejorar sino, se refiere a apariciones para otorgar contratos leoninos más los ”diezmos” y cargos en la administración pública, sin el lleno de los requisitos mínimos.