La Nación
EDITORIAL

Editorial – El carrusel de pensiones

Durante muchos años el país ha asistido al espectáculo – afortunadamente en descenso – de las multimillonarias e insólitas pensiones concedidas a un alto número de ex congresistas que, sin haber cotizado suficiente tiempo o apenas Durante muchos años el país ha asistido al espectáculo – afortunadamente en descenso – de las multimillonarias e insólitas pensiones concedidas a un alto número de ex congresistas que, sin haber cotizado suficiente tiempo o apenas unos meses de “palomita” en la curul, lograron los jugosos beneficios que debemos pagar todos los colombianos. Ahora revienta un particular caso, ya en ciernes desde el año pasado, de magistrados auxiliares del Consejo Superior de la Judicatura que, con pocos meses de labor, consiguieron millonarias pensiones. Y faltan datos de otros municipios, o mejor, de otras altas cortes. La Justicia, majestuosa concepción de la civilización, quizá el mayor logro del ser humano para su armonía y convivencia, cae a lo más bajo de la corruptela y se unta del estiércol de la deshonestidad. Son ya olvidados los años en que la Justicia colombiana era la cenicienta del Estado. Bajos sueldos, pésimas condiciones de infraestructura, débil apoyo técnico y baja calidad del servicio eran cosa corriente, con jueces y magistrados haciendo gala de su mejor condición de altruismo hacia la sociedad. Hoy los sueldos de la Justicia están a la par estatal, e incluso más arriba en las escalas regionales; un magistrado, fiscal y procurador delegados de Tribunal tienen salarios que casi doblan el de un Gobernador departamental. Jueces de Circuito reciben compensación mucho más alta que la de un Alcalde de ciudad intermedia. Sin embargo, tales sustanciales mejoras han logrado un efecto perverso, especialmente en las deterioradas arcas pensionales. Se ha abierto un voraz apetito por jubilaciones enormes, con la aquiescencia en muchos casos de quienes, como la misma Procuraduría, debieran trabajar para evitarlo. Pero lo peor es lo que subyace escondido o ligeramente mimetizado en la jurisprudencia. Decenas de fallos de las altas cortes bien podrían catalogarse como sentencias en causa propia: los honorables magistrados, en su sabiduría e independencia, establecen irritantes discriminaciones a favor de la Rama Judicial, hoy para favorecer a uno de sus funcionarios pero sabiendo que mañana esa misma decisión será usada por el magistrado que la dictó. La “bomba” pensional que el país ha ido inflando en los recientes 20 años tiene gruesa participación de lo más alto del poder del Estado: una minoría de ex congresistas, ex magistrados, ex ministros y generales en retiro gozan de prebendas que superan con creces lo que el promedio de un colombiano trabajador podría lograr en centenares de años. Y reciben esas jugosas mesadas sin haber cotizado o contribuido siquiera la mitad de lo que llega a sus cuentas, y seguirá llegando de manera vitalicia, o a sus cónyuges supérstite. La discusión del asunto pensional es cada vez más urgente, y debe darse en consideración con las generaciones futuras. Les estamos heredando deudas exorbitantes que ellas no deben ni tienen porqué asumir. Nuestros hijos y nietos no son los deudores de este desbarajuste.