La Nación
COLUMNISTAS

Educar para la paz

La firma de acuerdos de paz, implica un logro importante hacia una mejor convivencia humana. Sin embargo, el paso puede hacerse más difícil y corto, si no realizamos cambios sustancias de pensamientos y actitudes, que impiden superar las diferencias, el dolor y los odios, que han prevalecido por décadas en nuestro país, al interior de una sociedad que ha hecho de la violencia algo natural de su paisaje, que ha perdido la credibilidad y confianza de un cambio sincero y permanente, por parte de los violentos.

Aprender y reaprender conceptos, eliminar hábitos que limitan la  tolerancia, que promueven o aceptan reacciones violentas en situaciones cotidianas, resolver conflictos por vías pacíficas y asumir valores que se traduzcan en actitudes y hábitos de convivencia, se convierte en el punto partida para el despertar de la conciencia a una  realidad social, sin delirios de grandeza, sin egoísmos, ansias de poder o control, nada más que el anhelo que poder vivir en paz.

Educar para la paz implica fomentar la reflexión y el debate alrededor de la diversidad; ver el conflicto como parte natural de la vida, pero no hacer de éste una excusa para dañar a otros; procurar la solución concertadas de las diferencias humanas; comprender que la paz no es lo contrario de la guerra, sino la ausencia de toda violencia resultado de la satisfacción de necesidades impuestas de bienestar, identidad o libertad; que impiden la armonía del ser humano, consigo mismo, con los demás y con la naturaleza.

De nada sirve poseer una alta gama de conocimientos, destrezas técnicas o manuales, si no damos sentido a lo que vivimos, ni conocemos la finalidad de lo que pasa a nuestro alrededor. Como padres nos esforzamos por brindar una buena educación a nuestros hijos, hacemos grandes inversiones económicas para poder acceder a una educación de mayor calidad, pero olvidamos convertirnos en instrumentos de paz.

Ante la presencia de la injusticia,  respondemos con indiferencia, cobardía o violencia; muchas veces por conveniencia, miedo o falta de habilidades para actuar de manera asertiva. Ante los problemas causados por otros, reaccionamos con lógicas que privilegian el ganar o perder. Nos hemos vuelto individualistas, dificultándosenos trabajar en equipo, construir conjuntamente soluciones a los problemas que nos afectan a todos.

Educar para la paz implica educar sobre el conflicto y aprender de los errores cometidos. Finalmente si es nuestro deseo, podemos transformar los conflictos en formas positivas, creativas y no violentas; para estimular la creatividad, comprensión, tolerancia y desbloqueo, de posiciones absurdas y excluyentes que niegan toda posibilidad de poder vivir en paz.