Jorge Guebely
No esperes nada del banquero. Como fiera social, merodea sus presas en el mercado, víctimas heridas económicamente. Las sigue hasta cuando se derrumben exhaustas para devorarles las vísceras y salvarles a duras penas los huesos, los que irán al cementerio.
No confíes en su compasivo interés por la clase media, especialmente, la más vulnerable. La vigila mercantilmente para atacarla por ser presa debilitada por la actual pandemia, la que ampliará los niveles de pobreza hasta alcanzar un 67% y perderá los empleos aún los más humillantes y verá disminuida sus ingresos aún en la informalidad y se verá perjudicada por el teletrabajo que afectará el trabajo informal. La que no tiene acceso a los subsidios-limosnas del Estado por no ser feligrés de un poderoso político. A la que bondadosamente le propondrá un envenenado salvavidas llamado “hipoteca inversa”.
No te lo creas. Él lo sabe. Las crisis, naturales o artificiales, le sirven para acrecentar intereses, para aumentar fortuna. Utiliza la “hipoteca inversa” para ese fin. Eufemismo que oculta un préstamo protegido por una vivienda, con intereses elevados, incluso, más allá de lo legal. Estrategia adecuada para ancianos de clase media, sector muy damnificado por el coronavirus. Ancianos que, por su penuria económica, le pueden producir riquezas. Los que, desprotegidos por un Estado indolente, los convierte en objetivos fáciles. A los que les puede arrebatar el último pedazo de su existencia en el ocaso de la vida. Pavoroso rostro oculto del banquero. Sin hígados, no hay una gota de humanismo en su voracidad económica.
Astuto que desestima a los ancianos de clase alta, a los que el coronavirus no les hará hipotecar sus viviendas porque poseen suficientes recursos para transcurrir en seguridad social. Desestima también a los ancianos de clase baja, los que carecen de vivienda o cuyas chozas de invasiones no ameritan ninguna hipoteca. Los desestima porque en su conciencia resplandecen el brillo del dinero, el sueño de los intereses y la magia del crecimiento monetario.
Peor que el coronavirus, es la pandemia de banqueros. Virus humano que depreda sin compasión. Según Ángel Parra -cantautor perteneciente al clan de los Parra en Chile: Violeta Parra, Nicanor Parra-, “Un banquero es un hombre que trafica con el hambre, la angustia, la libertad. Todo lo vuelve dinero con su talento y bondad”. Un simulacro de hombre que aún no alcanza el estatus de ser humano. Una pavorosa máquina humana de hacer dinero que cuenta con la desesperanza de una víctima y la complicidad de un Estado.