La Nación
El discurso del cambio es pura demagogia 1 26 julio, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El discurso del cambio es pura demagogia

Gustavo Petro es el Presidente y su periodo sólo tendrá final el 7 de agosto de 2026, cuando será reemplazado por el próximo gobernante constitucionalmente elegido en las urnas.

Desde esta columna siempre hemos defendido la institucionalidad que significa el respeto de los periodos asignados por la constitución política de Colombia, a pesar de la profunda discrepancia con su ideología y forma de ejercer el poder, que a no dudar dejará a Colombia con una economía en estado de catalepsia y una  enorme fractura social y no por cuenta de la oposición, sino de sus propios errores y desafueros, entre otros muchos más, la financiación ilegal de su campaña sobrepasando los topes, el recibo por parte de su hijo Nicolás de recursos de mafiosos y delincuentes para la campaña, la desvergonzada compra del silencio de Armando Benedetti reabriendo la embajada ante la FAO cerrada hace muchos años, pero que le servirá de refugio ante la inminente llamada a juicio por su accionar delictivo, su obsesión de elevar a dogma el pacto de la picota para involucrar en la paz total un tratamiento de impunidad a narcos y bandidos.

No creemos en los golpes blandos que expone el Presidente como único pretexto para convocar la solidaridad de sus huestes y el llamado a las calles, cuando el problema es que no le cabe el estado en la cabeza, pues no siendo estadista, se comporta como un charlatán y embaucador. Petro corre como un caballo desbocado por todo el planeta para exhibirse como un líder más allá de nuestras fronteras, con discursos cargados de demagogia que solamente son alabados por sus seguidores y ministros incompetentes, que propiciaron la perdida de la mayor justa deportiva después de los juegos olímpicos dejando a Colombia en el ridículo, se propusieron destruir el país y lo están logrando generando el decrecimiento de la economía con un resultado desolador asomándose a la temida recesión.

De ese tamaño es el desgobierno, signado por el síndrome de la confrontación dialéctica heredada de la confrontación armada, donde la ineficacia, la ineptitud y la corrupción parecieran ser el norte.

Está demostrado que Petro tiene una visión muy particular de la política. No es hombre de consensos ni tiene vocación mayoritaria. Iniciando su gobierno, cuando todo gobernante pasa por un periodo de “luna de miel” así sea repartiendo mermelada, en un acto de soberbia y arrogancia destruyó la coalición mayoritaria exponiendo a grave riesgo sus reformas. Se reúne con empresarios para construir una hoja de ruta y al día siguiente los insulta y estigmatiza. Su escenario natural es la división y polarización, amenazando recurrir al pueblo en las calles para imponer su voluntad. Petro irrespeta a la justicia presionándola con sus colectivos para que se plieguen a sus designios. La democracia no puede ser entendida como la dictadura de una mayoría, mucho menos cuando esta ha sido tan precaria.

Petro que no es un estadista pero si un hábil político debe conocer la teoría política de la ventana de Overton para aceptar que el clima de la opinión publica hoy le resulta adversa de tal forma que sus pretensiones individuales deben ser moderadas (entiéndase negociadas) para un mediano éxito de su gobierno.