La Nación
El fútbol 1 17 junio, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El fútbol

Transcurrían seis minutos del segundo tiempo del partido entre las selecciones de fútbol de Argentina e Inglaterra por los cuartos de final de la copa del mundo México 1986. En una jugada el balón queda flotando en el área de los ingleses y Diego Maradona se eleva para cabecear la pelota, pero anota un gol con la mano. El gol fue validado por el árbitro, los ingleses eliminados de la competencia y posteriormente Argentina se convertiría en campeón del mundo. Millones de personas fueron conscientes de aquella irregularidad, pero el fin terminó justificando los medios. Maradona posteriormente bautizaría su anotación como el gol de “la mano de Dios”, revistiendo de folclorismo, astucia y picardía una acción que a todas luces fue ilegal.

De ese tipo de actuaciones está lleno el fútbol, el deporte más importante del planeta que mueve anualmente más de 500 billones de dólares.  La corrupción y la falta de valores abarcan todos los niveles, pasando por directivos, árbitros, jugadores e incluso por los espectadores.

Grandes hechos de corrupción han abarcado al fútbol, como el escándalo del FIFA Gate, sobre gestión desleal en la compra de votos y lavado de dinero para la elección de las sedes de las Copas del Mundo de 2018 en Rusia y 2022 en Catar.  La fiscalía de Nueva York destapó sobornos por más de cien millones de dólares a dirigentes de la FIFA para derechos de transmisión, publicidad y auspicio de torneos futbolísticos en Estados Unidos, América Latina y el Caribe, escándalo del cual no se salvan los directivos en Colombia.

A través de sobornos a árbitros se arreglan resultados para engañar a las casas de apuestas o beneficiar a un club en particular. Hay dineros sucios a técnicos para que incluyan ciertos jugadores. Los jugadores crean falsas faltas como si eso fuera normal. No, no debería ser normal hacer trampa ni mucho menos entrenar a los jugadores para que las hagan, y en muchas ocasiones los jugadores no entienden la responsabilidad que tienen con la sociedad y en especial con los niños que los admiran.

De los espectadores ni hablar. En los estadios europeos donde se vive el futbol más caro del mundo, el racismo es el común denominador. La violencia entre las barras en los estadios del mundo genera miedo a los habitantes cercanos a los estadios. Esta violencia genera destrozos y muertes. El desprecio por los rivales hace que en ocasiones lucir una camiseta de un equipo rival sea una condena a muerte.

El fútbol nos describe como sociedad y refleja el nivel de deterioro moral en el que estamos, compitiendo permanentemente en medio de la corrupción y las trampas para alzar como sea, el trofeo de campeones. Y lo peor es que nosotros y la FIFA hacemos muy poco por cambiar esta situación.