Hace un año, por esta época, el Huila estaba conmovido por el caso de Salomé Segura Vega, la pequeña de cuatro años de edad que fue violada y asesinada en el municipio de Garzón, en el centro del departamento.
Como muchos recordarán, los hechos se registraron en la vereda Puerto Alegría, a donde meses atrás había llegado un individuo conocido como ‘El Costeño’. Allí, este sujeto se ganó la confianza de varias familias por las labores de construcción que desarrollaba, entre ellas la del hogar de Salomé.
Lo que reconstruyeron las autoridades sobre el crimen fue escabroso: Sebastián Mieles Betín aprovechó un descuido de los padres para raptar a la menor que se encontraba jugando con otros menores. El depravado se llevó a la niña por la zona boscosa, pasó con ella por la quebrada de la vereda hasta llegar a una roca, en donde la descargó y la desnudó. Allí, Mieles Betín, abusó sexualmente en varias ocasiones de la menor, le mordió el rostro y la golpeó con los puños en la cabeza. “Los múltiples golpes en la cabeza de la niña generaron un trauma en la parte de atrás de la cabeza, lo cual produjo un sagrado intracerebral”, documentó la Fiscalía.
La ausencia de la menor en inmediaciones de la casa, alertó a su papá, quien en compañía de vecinos, salió en su búsqueda. Finalmente, encontraron mal herida a Salomé y lograron capturar a ‘El Costeño’. Salomé no resistió las lesiones sufridas y falleció a los pocos días.
Un año después de esos terribles hechos, Sebastián Mieles Betín ha reconocido la violación y crimen de Salomé, por lo que será condenado. La Fiscalía ya le solicitó al juez que al momento de imponer la pena partiera de la mínima que son 500 meses, es decir 41 años y 8 meses.
Para un ‘monstruo’ como estos, debe imponérsele una pena ejemplarizante. Frente a este caso, la Justicia no puede titubear o esbozar atenuantes.