La Nación
COLUMNISTAS

El poder como negocio. Por Marcos Silva Martínez

El  poder político en Colombia, se soporta  obre el poder económico y este sobre el poder político.  La  tenencia de la tierra, fue y es piedra angular en la concentración de la riqueza. Con el desarrollo,   evolución y tendencias de la economía global, surgieron e implementaron los sofismas y estrategias del mercado, para consolidar  el dominio global  del poder económico. Los grandes conflictos, en diferentes partes del mundo, siempre tienen causas económicas y de poder. Objetivo; el control de fuentes de riqueza y de gobiernos de naciones. En todos, directa o indirectamente está involucrado EE.UU. Entre  otros: la invasión de Irak.  Pretexto,  librar a un pueblo de un tirano, que poco antes fue su aliado. Derrotado se retira, dejando a ese pueblo, peor que antes. Situación similar está ocurriendo en Afganistán y Paquistán. Ocurrió en los 70 con Vietnam. Quiere hacerlo con Irán y muchos otros. El conflicto armado colombiano y la guerra a los narcóticos, son utilizados como negocio e instrumento de dominio y sometimiento, del poder político nacional. El conflicto interno nacional, deviene de semejante realidad, pero los usufructuarios excepcionales  del poder político y económico, evitan reconocer las causas profundas del problema y por lo tanto esquivan la solución del mismo. Para la difusión del engañoso discurso de las soluciones y de la conquista de la paz, el poder económico,  domina los  medios de comunicación y de alienación mediática, para asegurar el manejo de la opinión. Son  las causas genuinas de  la crisis secular, económica y social y del conflicto interno. El régimen calculadamente, la imputa a otras causas o sutilmente  las soslaya. La situación nacional, económica, política, social y de seguridad, cada día empeoran. No obstante las cifras de crecimiento económico y logros, difundidos profusamente por el régimen. La realidad es dramática. La degradación de la política y del poder y de la institucionalidad y de los valores humanos, es muy grave. Todo se quiere convertir en negocio, ofertado al mejor postor. ¿Cómo se puede justificar, que acceder a un cargo de elección popular o por cuerpo colegiado, cueste varias veces lo que el elegido puede ganarse, desde el respectivo cargo, según diversas denuncias? Pensemos. Concluyamos honestamente. Solo el derroche de dineros y corrupción y extorsión  de conciencias, puede explicar, que individuos presos o sujetos de múltiples investigaciones graves, contra el patrimonio público, resulten elegidos y que la justicia no actúe, como es debido. Bajo este espectro  de poder político y  oposición política, tímida o contaminada por la misma degradación, incapaces de plantear alternativas de poder y de desarrollo nacional, el futuro  es incierto. La codicia y la anarquía social, engendraron la degradación ética y moral de la  política.   No  tienen reato en asociarse con criminales y  en recurrir al saqueo del erario,   a través de contratistas,  para mantenerse en el poder y edificar fraudulentas fortunas. Es simple y gran negocio.