La Nación
COLUMNISTAS

El proceso más eficaz

Volviendo al tema de la paz en Colombia, ciertamente está en la persona del Jefe de Estado, la decisión que se tome para lograrla. En la forma como la pretende el presidente Juan Manuel Santos, de manera desaforada para hacerse reelegir cediéndole terreno a las Farc, no solo físicamente, sino con sus pretensiones de amplio conocimiento.

Para que no haya protestas, muchas de ellas válidas, que por lo general conducen a la alteración del orden público, el Gobierno en lugar de presentar al Congreso de la Republica reformas nefastas para la población, como las recientes en distintos ordenes, lo que debe es convocar con verdadero animo reconciliador, no solo a la subversión, sino a los empresarios e industriales para que depongan sus intereses mezquinos y usureros; a las clases trabajadoras, junto con los legisladores, no para llenarlos de mermelada ¡que ya hastía! e inicien una cruzada para propender por un país igualitario. Tan equitativo con los asalariados, oportuno y rápido en solucionar los problemas sociales, como actuó con el desmedido reajuste a los sueldos de los parlamentarios. Vamos a ver si esa misma efectividad y proporción se va a registrar con el incremento en el pago a los trabajadores.

Esos factores de desigualdad que generan el rechazo colectivo, repito, son los que ocasionan la exacerbación de los ánimos y que es aprovechado por los actores del narcoterrorismo.

Un mandatario que abusa del poder está a un paso de la satrapía. El derroche que se presenta con la publicidad oficial, la inusitada creación de burocracia, la multimillonaria contratación para favorecer a los congresistas en la financiación de las campañas políticas y de contera la de su reelección, no nos dice otra cosa.
El mal ejemplo que le dejó su extinto “nuevo mejor amigo” se está reflejando en Colombia.

Sinceramente, la Registraduría Nacional tampoco da confianza. Hay el temor de que aquí pueda pasar lo que sucede en Venezuela desde la era del anterior tirano en materia electoral. Los movimientos banderizos distintos a los abyectos a la Administración Santos, deben prepararse para ejercer un estricto control desde las urnas y a lo largo del proceso comicial, para evitar sorpresas que lleven al traste con la precaria democracia que aún tenemos y que en lugar de concretarse la cacareada paz, aumente la violencia.

No se exagera cuando se advierte que estamos ad portas de la expansión castro-chavista bajo el control armado fariano, que en nada se diferencia de lo que siempre ha soñado el famoso otrora “guerrillerito del Chicó, consanguíneo del traidor en cuestión.