La Nación
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¿El pueblo unido?

Se conmemora una vez más el Día Internacional del Trabajo, y la frase más recurrente que una escucha en las marchas es ¡el pueblo, unido, jamás será vencido! Pero es una frase ya desgastada, cansina, que no refleja realmente lo que quiere decir. A ver, vamos por partes, “el pueblo unido…” Pero uno se pregunta, bueno, ¿y dónde está el pueblo unido? Sí, básicamente, salen a marchar las organizaciones sindicales pero no existe un pueblo unido. Y le asalta a uno otra pregunta ¿Por qué el pueblo no está unido? Porque hay muchas razones para que el pueblo se una y marche contra un sistema político, contra un establecimiento, que lo oprime, que lo humilla, que lo pone a trabajar para que la clase más rica de este país siga siendo más rica.
 
Sobran las razones para que el pueblo se una en un solo cuerpo y se haga sentir…pero no pasa nada. Razones, como saber que este país se cartelizó a lo largo y a lo ancho. Está el cartel de los pañales, el del papel higiénico, el del arroz, el del azúcar, el del aceite, el de la leche, el de salchichas, el de televisores, el del yogurt, el de cosméticos, el de medicamentos, el de cuadernos, el del cemento, el del ganado, el bancario, el de pensiones, y hasta el del aseo y la basura. Carteles de todo tipo, pegados como sanguijuelas del pueblo que con su dinero los amamanta. Y están por todos lados, en el sistema de salud, en la educación, en las pensiones, en la justicia, en el Congreso, en las asambleas, en los concejos, en las gobernaciones, en las alcaldías, en la contratación y hasta en las fuerzas militares, los famosos “héroes de la patria”.
 
Y ahora, la otra parte de la frase “…jamás será vencido”. Pero si el pueblo no está unido contra un sistema que lo esclavizó, que lo tiene atontado entreteniéndolo con fútbol y con estúpidos espectáculos televisivos, hace rato está vencido. Un pueblo que elige y reelige a verdaderos saqueadores del presupuesto público, es un pueblo que se convirtió en cómplice de los atracadores del Estado. Mejor dicho, nos jodimos. Porque, por una parte, el pueblo pone los muertos en la guerra y, por otra parte, permite que se roben los dineros del Estado. Esta es una democracia del atontado, pues la víctima (el pueblo, al que matan y roban) elije a sus victimarios (el que lo roba y lo manda a morir). Y de todas formas, en este Día Internacional del Trabajo escucharemos ¡el pueblo, unido, jamás será vencido!