La Nación
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El resago del huila

Mal plantados nos dejó el informe de 2015 realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe –Cepal-. Según la información entregada hace dos días por este diario, mientras departamentos como Caldas crecen en infraestructura, competitividad y desarrollo, consolidándose como modelo a nivel nacional, el Huila se estanca y no crece al ritmo de otras regiones. Y pensar que Manizales es un párvulo, comparada con los años de fundación de Neiva. Pero hay más, el escalafón de competitividad muestra nuestro departamento con una proyección positiva a largo plazo en el campo de ciencia, tecnología e innovación, pero nos superan regiones como Amazonas, Caquetá, Cauca y Arauca, con menos inversión y accesibilidad a grandes proyectos del Gobierno Nacional.

En esas condiciones, es mucho lo que está por hacerse. Competitividad se define como la capacidad para competir, competencia para conseguir un fin, es la regla universal de la posmodernidad. Quien se estanca, mecánicamente está retrocediendo. Allí está el gran reto de los nuevos gobernantes que habremos de elegir el domingo entrante. Se está, entonces, ante una gran responsabilidad. Hace muchas décadas se acuñó la frase según la cual los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. La indiferencia y la indolencia deben erradicarse de nuestra conducta y, al contrario, debemos ser sujetos activos de la jornada electoral, no simples e irresponsables espectadores.

Y de los candidatos qué esperar, que dejen a un lado los egoísmos y las veleidades parroquiales, que piensen y actúen como adultos maduros, con talento, con juicio. Sus equipos de asesores deben sentarse desde ya a estudiar rigurosamente el informe de la Cepal. Hacer análisis comparativos con las ventajas y desventajas ante otros departamentos. Esa debe ser una de las herramientas para la estructuración del Plan de Desarrollo que regirá para el próximo cuatrienio.

El Huila es semillero de gente capaz. Una rápida retrospectiva nos muestra empresas exitosas a nivel nacional que han tenido raíces en este suelo. El asunto no es genético, es cultural. No hay razas mayores o menores. Hay hombres y mujeres capaces, conscientes y consecuentes con sus deberes y responsabilidades. Los cafeteros y los piscicultores huilenses son una demostración palmaria de que estamos hechos para cosas de gran dimensión y calado. Lo contrario es ser celios, resignados, conformistas, atenidos y escalafonarnos como especies menores.

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