La Nación
El silencio de los inocentes 1 26 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El silencio de los inocentes

Por: Monseñor Froilán Casas Ortiz

La Corte Constitucional que es el máximo tribunal en Colombia, está por definir o mejor “legislar” sobre la ampliación del autollamado “derecho al aborto” condicionado a voluntad de la madre, tenga el tiempo de gestación que sea. Permítanos a los cristianos opinar también. ¿Tendremos derecho? O, de entrada ya nos insultan como es ya común en Colombia. Todos tienen derecho a opinar, a gritar, a manifestarse, a ser groseros, pero, cuando habla un obispo, es “meterse en política”. Esa democracia estilo ley del embudo (lo ancho para mí y lo estrecho para usted), impera en el colectivo cultural manipulado por las redes sociales. Las minorías que defienden el aborto, -ahora lo llaman eufemísticamente, interrupción del embarazo, ¡qué olímpicos! ¿Verdad?-, tienen todos los estrados  en los escenarios judiciales, en los palcos callejeros, en las columnas de los medios escritos, etc. Y, nosotros, los cristianos que pensamos distinto, entonces a las mazmorras del silencio. ¡A dónde hemos llegado!, debemos silenciarnos pues corren peligro nuestras vidas. Por otra parte somos calificados con los epítetos más asquerosos. Para nosotros los cristianos la vida es un don de Dios y sólo Dios es el dueño de la vida. La vida comienza desde el momento mismo de la fecundación; es decir, cuando el espermatozoide, célula germinal masculina, fecunda la célula germinal femenina, óvulo. El proceso de crecimiento, llamado mitosis, empieza inmediatamente, con estatuto biológico propio, a formar el zigoto, luego el embrión, el feto y ¡qué maravilla! El nacimiento del bebé. Cómo el ser humano malvado mata a ese inocente, -por favor, invito al lector a ver cómo se masacra a este ser vivo, absolutamente inocente y cómo se mueve en el útero materno para “defenderse” de tan vil crimen y, sabe quién lo hace, su propia madre, ¡qué horror! Esto no lo hacen ni los animales. La propia madre matando a su hijo-. Señores magistrados de la Corte Constitucional, sobre ustedes no hay ninguna instancia superior que controvierta  sus “decisiones”; aunque ustedes no crean en Dios, Dios los juzgará cuando ustedes mueran. Quien muere en pecado grave no se salva, así lo dice la Palabra de Dios. ¿Qué es esta vida comparada con la eternidad? ¡Cuántos bebés más morirán por fallos tan absurdos que van contra natura! Como van las cosas, ¡cuántos horrores veré más en el ocaso de mi vida! Con lo expresado me va a caer una cascada de insultos y groserías. Pero por Jesucristo, todo lo que venga. En todo caso, Dios juzgará todo esto. No me puedo callar. Que los defensores del aborto provocado sigan gritando y ganen todas las batallas, pero Dios es Dios y un día llegará su juicio. Ante tantos niños abandonados y tantos embarazos en situaciones difíciles y complicadas, ¿por qué no fomentar las adopciones con una sana reglamentación? Hay muchas parejas que no pueden tener hijos, hay muchas parejas que quieren adoptar aun teniendo hijos, entonces, ¿por qué no elaborar leyes más expeditas sobre el asunto? El aborto provocado es un pecado grave, por favor, no masacremos vidas inocentes y absolutamente indefensas. Combatamos las malformaciones no matemos al malformado.