La Nación
En el corazón de la región más minada del Huila 1 28 marzo, 2024
HUILA

En el corazón de la región más minada del Huila

ANA MARÍA CÓRDOBA/LN

En una camioneta 4×4 salimos de Neiva a las 4:30 de la mañana rumbo a Río Blanco. Son un poco más de tres horas de camino desde Neiva, tiempo que puede aumentar por el lamentable estado de la vía que contrasta con la perfección de la naturaleza.  El mixto o la ‘chiva’, medio de transporte de los habitantes de esta zona, puede demorarse el doble de tiempo.

La vereda Río Blanco, pertenece al municipio de Baraya, está ubicada a 2.315 metros sobre el nivel del mar y es una de las más extensas de este municipio del norte del Huila.

A las 6:00 de la mañana y luego de soportar los sobresaltos de la vía barrosa y olvidada, hicimos la primera parada en el corregimiento de Vegalarga. Una zona del departamento que más sintió el cruel accionar de la insurgencia durante los más de 50 años de conflicto armado. Aún se ven los impactos de la guerra causados por los ataques con cilindros bombas que fueron lanzados contra la escuela y la estación de policía, en varias oportunidades.

En el corazón de la región más minada del Huila 7 28 marzo, 2024
Llegar a Río Blanco, municipio de Baraya, es toda una odisea. Así son sus vías.

Continuamos el camino y la carretera empeoraba. Fuimos afortunados porque no llovió ese día, así que la vía estaba un poco más transitable. Faltando pocos minutos para las 8 de la mañana llegamos al campamento de la Brigada de Desminado Humanitario, ubicado en una planicie y rodeado de vastas montañas, en la que hace unos años era impensable que pudieran estar, debido a la presencia guerrillera.

Río Blanco tiene unos paisajes imponentes y un suelo rico en nutrientes que nos recuerda lo afortunados que somos los colombianos de habitar este país. En este pequeño rincón “se da lo que uno quiera sembrar”. Frijol, arveja, tomate de árbol, café, curuba, lulo, acelgas, cebolla larga, son algunos de los cultivos que se encuentran en las vastas montañas y que colorean este casi abnegado lugar.

AMENAZA CONSTANTE

En este rincón del territorio huilense, miles de kilómetros están siendo intervenidos por 44 hombres del Batallón de Ingenieros de Desminado Humanitario No. 5, kilómetros donde la guerra dejó sembrado el terror con cientos de minas antipersonales y artefactos explosivos que causaron daños a personas y animales que habitaban la región. La zona está catalogada como tipología uno: zonas donde han ocurrido accidentes con cinco años de anterioridad.

Diana Sarria fue víctima de este flagelo. A sus 16 años pisó una mina que estaba enterrada cerca de la carretera. “Yo estaba trayendo una vaca, pero ella se metió al monte y cuando di el paso para sacarla, pisé la mina. Sentí mucho dolor, vi mucha sangre, me miré la pierna y la tenía toda abierta. Adriana, mi amiga, y el señor ‘Topo’ me ayudaron”, relata Diana, mientras nos muestra la averiada prótesis que tiene en la pierna izquierda.

“La prótesis se le dañó, tuve que remendarla con cinta y ahora estamos a la espera de que nos la cambien, pero nos dicen que hay varios turnos, muchas personas esperando una y debemos esperar a que nos llamen”, expresa la mamá de Diana, Nora Elvia Amaya.

Diana tuvo suerte, asegura su mamá: ella pisó la mina cerca de una casa, al borde de la carretera, las personas le prestaron los primeros auxilios, luego yo la trasladé a Vegalarga y de ahí la trasladaron en una ambulancia para Neiva.

El episodio ocurrió el primero de septiembre de 2010, mientras salía a traer unas vacas y perdió su pierna izquierda. Su primo no sobrevivió al impacto de uno de estos artefactos y murió cuando tenía 17 años al pisar una de estas minas.

HUELLAS IMBORRABLES

En el corazón de la región más minada del Huila 8 28 marzo, 2024
Diana Sarria perdió su pierna izquierda al pisar una mina antipersona. La prótesis la tienen arreglada con cinta y necesita con urgencia una nueva.

“Me duele al caminar y ya no me meto por el monte porque me da miedo, me da miedo perder mi otra pierna”, dice Diana, al contar que venía caminando con sus amigos antes de encontrarse con nosotros. Ella se refiere a los soldados que patrullan por la zona. “Cuando vivía acá le tenía miedo a los hombres que colocaban las minas. Ellos me decían no diga nada, no diga dónde están. Les tenía mucho miedo a ellos y me escondía cuando los veía”. Diana continúa y asegura: “me parece chévere que los soldados estén quitando las minas, así ya no nos da miedo caminar por acá. Pero ahora necesito una prótesis. La Cruz Roja me ayuda en Florencia”.

A raíz del accidente, Diana junto a su hermano y su mamá se trasladaron para Neiva, dejando los terrenos que tenían en la vereda. Su papá, en ese momento pagaba ocho años de cárcel por “colaborar con la guerrilla”.

Visitan seguido a sus familiares en Río Blanco y de pronto decidan volver del todo. “El orden público ha cambiado y es muy bueno que estos hombres estén trabajando para que podamos caminar por acá sin caer en una mina. Es muy grande el daño que esto nos causaba, ellos están arriesgando sus vidas. Ojalá todos se nos arregle para todos los que viven por acá, los dueños de finca, porque antes era peligroso. Siempre escuchábamos: No vaya a arrear las vacas, por allá van a subir y van a caer (pisar una mina) y eso era así, ellas subían por allá y cuando llegaban venían sin una patica, así pasaba con los caballos. Era terrible la situación”, narra Nora Elvia.

“Esta zona ha sido de conflicto, toda la vida ha sido una zona caliente. Hasta ahora estamos teniendo una buena convivencia con todos. En esta zona hay demasiadas minas, cilindros que quedaron tapados queremos que se limpie todo esto en nuestra región”, dice, por su parte, Luis Humberto Sarria, padre de Diana.

MÁS TRAGEDIAS

En el corazón de la región más minada del Huila 9 28 marzo, 2024
Un habitante de la Vereda, nos señala una de las montañas que el frente 17 de las Farc dejó infestada de minas y artefactos explosivos.

Hace 7 años, José Hermides Amaya perdió a su hijo. “Mi hijo tenía 17 años en esa época, él estaba estudiando en Neiva, pero vino unos días a buscar unos papeles que se le habían quedado. Salió de mi casa a visitar a sus primos, pero desapareció. A los 20 días lo encontraron unas personas que iban caminando hacia el Meta. Cuando yo lo vi le faltaba una piernita, de la rodilla hacia abajo no la tenía”, narra José, con la voz entrecortada.

José continúa: “acá manteníamos en medio de dos bandos, teníamos que hacerle caso a la guerrilla. La situación ha mejorado mucho a raíz del acuerdo que hicieron, ahora vivimos muy sabroso y se nos acabó tanta zozobra y persecución, incluso del Estado que decía que todos éramos guerrilleros. Ahora con los hombres de la Brigada nos sentimos más seguros, con ellos hablamos y nos colaboramos. El cambio es grande y la gente está volviendo a trabajar el campo”.

Tiempo atrás, la zona estaba muy abandonada, los pocos habitantes habían salido del lugar para cuidar sus vidas, pero ahora están retornando. “Antes teníamos limitada la movilidad, la guerrilla nos decía: no suban hacia esos cerros porque eso está minado. No vayan a cortar un palo porque pueden caer en una mina. En esta zona cayeron cuatro personas. Ojalá no vuelva a haber un grupo armado por acá”, asegura José Hermides.

 ARRIESGANDO SUS VIDAS

En el corazón de la región más minada del Huila 10 28 marzo, 2024
Una verdadera ‘batalla’ por desenterrar minas libran soldados del Batallón de Desminado Humanitario en Baraya, norte del Huila.

Para el cabo segundo Flórez Murillo, líder de estudio técnico de la Brigada de Desminado Humanitario, “es una satisfacción inmensa trabajar para darle a la comunidad unas tierras libres de sospecha de contaminación con minas antipersona y que la gente pueda ingresar sin ningún problema a ellas, devolviéndole así la tranquilidad”

Esta vereda cuenta con una economía campesina con recursos insuficientes, con unidades familiares en las que sus ingresos son de subsistencia, pero estas tierras fértiles pueden de nuevo sembrarse porque ya no son escondite de insurgentes ni un escenario del crimen.

De manera silenciosa este grupo de militares trabaja en librar los campos del norte del Huila de minas antipersona, una tarea que no es fácil, que realizan de rodillas y en la que arriesgan sus vidas para localizar y desactivar estas “bombas”.

“Nosotros tenemos como misión salvar vidas del flagelo de las minas y facilitar el derecho al uso de la tierra, para que los campesinos puedan habitar tranquilos sus territorios”, expresó William Suárez, líder de la Unidad de Desminado Humanitario que trabaja en este momento en la finca Las Mercedes. Una zona peligrosa de casi 12.000 metros cuadrados.

LA ESPERANZA

Al caer la tarde, los monos aulladores empiezan a hacerse notar. Su llamado hace que uno fije la vista hacia uno de los que posiblemente sea uno de los más extenso y minados cerros del lugar. Cerro Comcel, como se conoce este pico, tiene 142.000 kms y recibe su nombre porque era el único lugar donde los celulares cogían señal. Hasta allí, los militares subían para poder comunicarse y eso lo sabían los insurgentes, por eso, para contrarrestar a los soldados, decidieron minar este terreno. No hay cálculos del número de minas que pueda haber, pero se cree que son cientos.

La Brigada espera en unos tres años entregar esta zona como libre de minas y según los compromisos adquiridos en la convención de Ottawa, el país debe estar libre de este flagelo para el 2022.

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