La Nación
COLUMNISTAS

Enmanuel: Dios con nosotros

« María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo.». (Mateo 1, 18-24)

Dios quiere estar siempre al lado del hombre. Y esta cercanía sólo puede entenderse por el amor infinito de Dios. Siempre ha amado al hombre y, por eso, ha querido hacer de toda la historia humana una historia de amor consigo. Y esta historia de amor es una historia en etapas.

Hubo un primer amor, en el paraíso, y pronto una ruptura. Y a pesar de esta infidelidad humana, Dios con paciencia de enamorado, fue reconquistando el amor de los hombres. Comenzó a hablar con Abraham, con quien hizo una alianza personal. Después se reveló a Moisés y lo eligió para liberar a su pueblo. La salida de Egipto cruzando el Mar Rojo, fue la primera gran prueba del amor de Dios.

El pueblo empezó a creer en Él, y vino un primer compromiso colectivo: la Alianza del Sinaí. Allí comenzaron como las nupcias oficiales entre Dios y su pueblo Israel, pero unas nupcias marcadas por muchas infidelidades de parte de los hombres. Pero nada pudo alterar la fidelidad de Dios. Siempre de nuevo renovó la promesa de su presencia activa y amante en medio del pueblo. Finalmente anunció una prueba de amor suprema: “La virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pone por nombre Emmanuel que significa: Dios con nosotros”.

En la Anunciación del ángel a María llegó ese momento supremo en la historia de amor entre Dios y los hombres. Porque el Hijo que nacerá de María viene a sellar una Alianza nueva y definitiva. Dios ya no quiere seguir hablándonos a través de profetas. Ahora viene Él mismo, en persona, hecho hombre, para ser el “Dios con nosotros”. Ha llegado por fin el gran momento de la historia, ese momento que su pueblo esperaba desde hacía siglos. La historia santa pasa ahora por Ella, depende de Ella, culmina en Ella -pero en provecho de todos.

Esa revelación culmina en la cruz. Y María comenzó a sufrir inmediatamente. El Evangelio de hoy da idea de su difícil situación frente a su prometido José. Los dos se amaban tiernamente y, sin embargo, Ella no se creyó autorizada para disponer del secreto de Dios. No tuvo más remedio que callarse, esperando y confiando en Dios. Los dos tuvieron que amarse mucho para poder soportar juntamente tantas pruebas y sufrimientos. Porque fue precisamente el amor a Ella, por lo que José conservó su fe en María, por lo que -a pesar de todo- no dudó nunca de Ella. Él conocía y amaba demasiado a María para sospechar de Ella ni un solo instante.

Nota: Navidad es constancia de un milagro, donde reconocemos que solo el amor de Dios hecho hombre, nos transforma. Es estar presente en la hora de Jesús. En nombre de la Comunidad Parroquial San José de Nazareth en Garzón, FELIZ NAVIDAD.

Sugerencias al e mail: elciast@hotmail.com