La Nación
OPINIÓN

¡Ese centralismo malsano…!

Sin que se convierta en un repaso de historia sobre el modelo de Estado en Colombia, es indudable que en los más de 200 años de vida republicana, el país ha sufrido una serie de transformaciones en cuanto a su organización territorial y la interacción de sus regiones frente al poder central, y su posibilidad-o imposibilidad- de tomar decisiones relacionadas con temas de vital importancia como tributos, leyes o la disposición de sus recursos naturales.

Hoy en día, en pleno siglo XXI, la discusión entre centralistas y federalistas parece lejana, con la Constitución de 1886 el modelo federal impuesto por la Constitución de Rionegro desapareció y nunca más los Departamentos que en antaño fueron denominadas Estados llegaron a tener la autodeterminación que gozaron en ese entonces.

Y cuando digo nunca, es porque la Constitución de 1991 reafirma el modelo centralista consagrado en la Constitución de la regeneración, no obstante que se hable de “autonomía de sus entidades territoriales” puesto que, los temas que pesan, los que generan mayor interés siguen siendo manejados desde Bogotá, dueña y señora de los destinos de todos los Colombianos. El Estado, como está estructurado en la actualidad, ciertamente muestra una profunda desconfianza hacia sus regiones, y su aptitud para administrar sus recursos, haciendo parecer más lógico que desde Bogotá se coordine la explotación y distribución de las regalías generadas por las minas de oro en el Chocó que lo hagan los mismos chocoanos a manera de ejemplo. ¿Cuestión de perspectiva?

Para no ir más lejos, los huilenses y siendo más específicos los neivanos, experimentamos el coletazo más dañino de la centralización desmedida. No es únicamente la imposibilidad de disponer de nuestros recursos y poderlos destinar a los proyectos que verdaderamente necesitamos, es saber que , desde la distancia se toman decisiones pensando en, cifras, valores, rentabilidades, pero se deja a un lado el factor más importante: el humano, el solo hecho de que se hagan estudios para la extracción de petróleo en la cuenca del Rio Las Ceibas me parece un chiste de muy mal gusto, un chiste que al parecer no había entendido el Ministerio de minas. Es ese centralismo malsano al que me refiero, el de las decisiones irresponsables, el que no está al lado de la gente sino de unos intereses supuestamente “superiores” otorgando títulos mineros a quien tenga la posibilidad de extraer los recursos. Cuando digo la posibilidad me refiero al musculo financiero para hacerlo (siendo por regla general empresas multinacionales con su domicilio principal muy lejos de Colombia). Gracias a Dios que estamos en época de elecciones porque la marcha que se llevó a cabo el pasado 10 de abril, por demás conmovedora y gallarda, probablemente hubiera sido eso, una marcha, porque, sin demeritar en lo absoluto la manifestación popular, el Estado muchas veces actúa de manera contraria. Tocará esperar, si pasada las elecciones no vemos infraestructura petrolera siendo transportada hacia el oriente de Neiva.

El solo hecho de que se hagan estudios para la extracción de petróleo en la cuenca del Rio Las Ceibas me parece un chiste de muy mal gusto…
Tocará esperar, si pasada las elecciones no vemos infraestructura petrolera siendo transportada hacia el oriente de Neiva.