La Nación
OPINIÓN

Evitando un mal peor

Juan Manuel Santos fue reelecto Presidente con el 50,9 % de los votos, es decir, con casi ocho millones de los mismos, una suma muy inferior a los más de nueve millones con los que se hizo electo hace cuatro años. Si bien pasó de ser respaldado por una derecha robustecida, a tener que depender de una mescolanza ideológica en la que se vieron comprometidos líderes políticos de derecha, izquierda, centro izquierda, sindicatos, voces de opinión, intelectuales, empresarios, y en fin, todos los que más pudieron; lo más destacado fue la adhesión de cientos de colombianos que se quisieron pronunciar a tantos años de conflicto, apoyando la propuesta de la salida a la violencia por medio del dialogo.

La contienda electoral, como todos nos pudimos dar cuenta, se redujo mayoritariamente al tema de la negociación del cese al fuego; y sin recabar en minuciosidades, la propuesta de  Santos ganó, y con casi un millón de votos de diferencia.No soy Santista. Nunca lo he sido. Voté por necesidad. La verdad le tenía pánico a un nuevo período Uribista al frente del país.

Como yo, sé que hubo muchos que también tuvieron que apretar fuerte los dientes para votar este domingo, no por quien les convencía, sino por quien les parecía la menos peor de las dos propuestas. Sinceramente y recabando en lo mismo, con Santos Presidente otros cuatro años no creo que se vayan a dar cambios profundamente trascendentales en materia económica ni cultural; ojalá y se adelanten las dos reformas necesarias que el país demanda: la de la salud, y la de la justicia. Y ojalá que se adelanten bien, para no tener que agregarlas a la misma lista.

En general no creo que haya mucho que celebrar. Evitamos un mal peor, esa es la verdad. Se puede dar el caso de que con los apoyos políticos que recibió el candidato-presidente su próximo gabinete ministerial tenga una mayor y más diversa participación social. Sin duda las apuestas que haga en los gabinetes de justicia, agricultura e interior, van a tener que jugar un papel crucial ante un eventual postconflicto (sin mencionar la inminente nueva cúpula militar).

Los votos que apoyaron la candidatura de Oscar Iván, me imagino yo, deberán marcar una tendencia importante. La opinión pública quedó bastante fraccionada y será función del Gobierno Nacional velar por tratar de reconciliarla. Desde ya lo pronostico, Álvaro Uribe no se va a posesionar como Senador. No va a arriesgar tanto por tan poco. La única gran apuesta que le queda es la alcaldía de Bogotá, y ese, si va a ser un hueso muy duro de roer.

Por lo demás, las cábalas se cumplieron.  La maquinaria del Estado es muy poderosa. Definitivamente es una labor titánica ganarle a un Presidente en ejercicio de reelección.
La gran ganadora va a ser Colombia el día en que se firmen finalmente los acuerdos de cese al conflicto armado. Justo después de ese suceso, con inversión pública y cambios en los paradigmas sociales, podemos comenzar a pensar en llegar a la paz.