Durante estas semanas ha existido un fuerte debate en torno al anuncio realizado por Alejandro Gaviria, próximo Ministro de Educación, en relación con la presentación del informe de la Comisión de la Verdad, en los colegios colombianos. Al respecto, muchos han manifestado su desaprobación a la iniciativa, llegándola a considerar como una estrategia de adoctrinamiento miliciano y guerrillero a nuestro niños y niñas. Como lo podrán imaginar, las voces opositoras que más se han hecho escuchar, han sido precisamente la de aquellos que se han beneficiado del conflicto armado o han tenido alguna relación con este.
Sé que muchas personas y en especial, los padres de familia, se estarán cuestionando sobre la conveniencia de abordar temas como el conflicto armado en los colegios. Al respecto y alejados de cualquier efervescencia política considero que se deben poner sobre la balanza, las siguientes consideraciones: (i). La enseñanza y discusión de los temas relativos al conflicto armado colombiano debe realizarla una persona que cuente con la preparación suficiente, para presentar este tipo de temas a población escolar; (ii). Más que solo narrar y hacer referencia a los hechos, se debe inculcar en los jóvenes, un espíritu crítico y analítico. El verdadero objetivo es que los colombianos del futuro, sean personas con criterio; y (iii). En línea con lo anterior, no podemos permitir que se interrumpa el proceso de reconstrucción de nuestro pasado.
Oponernos a que nuestras generaciones más jóvenes conozcan sobre el conflicto armado, sería el equivalente a que los alemanes se opusieran a que en sus escuelas se enseñara sobre el Holocausto y el nazismo (guardando las proporciones). Alemania incluye dentro de su formación escolar, espacios en los que se aborda el estudio de las atrocidades que tuvieron lugar durante la Segunda Guerra Mundial. Incluso, se llevan a cabo visitas a los campos de concentración.
Como dice el dicho, “quien no conoce su historia, estará condenado a repetirla”. Considero que Colombia está en un momento crucial, en el que tiene que elegir entre seguir escondiendo la cabeza como el avestruz, o enfrentar la historia y empezar a construir un futuro a partir de la verdad y de la reconciliación.