La Nación
OPINIÓN

Homenaje a personajes incomodos por Eduardo Gutiérrez Arias

La sociedad huilense le debe un reconocimiento a una serie de intelectuales críticos que adicional al ejercicio de sus profesiones, han dedicado lo mejor de sus vidas a luchar por una sociedad mejor, a denunciar los peores defectos y taras de nuestro desarrollo, a proponer soluciones a algunos de nuestros más complejos problemas, a combatir la corrupción y en general a querellarse con funcionarios del estado en quienes observan debilidades o un mal ejercicio de sus funciones públicas. Su función la cumplen desde la academia, el periodismo de opinión, las veedurías ciudadanas y algunas ONG orientadas a la defensa de causas altruistas. Está la labor la ejercen con la única esperanza de ver al Huila y a Colombia mejor de cómo están hoy y sin esperar ninguna retribución personal. Aunque pueden ser más, tengo presente al escribir este artículo a personajes como Miller Dussán, Miguel Tovar, Delimiro Moreno, Marcos Silva y Humberto Castro. Miller ha sido un indiscutible líder en las protestas por la construcción de la represa del Quimbo, que hoy los habitantes de la zona afectada ven más como una amenaza que como una obra de progreso. Miguel, con su alta experticia en asuntos educativos, ha sido el más duro crítico de la forma como se administra este sector desde el estado, Marcos, un estudioso de la ingeniería, ha venido denunciando los errores en la proyección y ejecución de las obras públicas de la ciudad y especialmente del acueducto de Neiva, Humberto, un apasionado de la participación ciudadana, le ha dado impulso a algunas veedurías, especialmente las que vigilan los servicios público de la ciudad en un esfuerzo por modernizarlos, superando la corrupción y la politiquería, principal causa de su mala calidad, Delimiro, el mejor decano del periodismo regional, ha escrito libros e infinidad de artículos para develar la esencia de nuestras contradicciones y para defender la independencia, responsabilidad y alta ética de quienes ejercen la noble función pública de comunicadores. Hasta donde va mi información, ninguno de ellos ha recibido un reconocimiento  público por su labor y es una injusticia, en una tierra tan acostumbrada a los homenajes y condecoraciones. Eso quizá se deba a las características de estos personajes, a su irreverencia, su sentido de libertad y autonomía, su desprecio por los protocolos sociales. Es muy seguro que en su afán de defender el interés público, algunos de ellos o todos, hayan cometido errores, se hayan excedido en sus apreciaciones y deban ser recriminados por alguna de sus actuaciones públicas. Pero eso no empaña la noble función de veedores del interés general y de la causa del progreso en nuestra región.  De manera que le propongo a quienes han compartido y apoyado sus causas, saldar la deuda que tenemos con ellos realizándoles un reconocimiento público por su labor.