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COLUMNISTAS

Importancia del texto literario

Nada como un buen texto literario para vislumbrar la vida. Un poema, un cuento, una novela, permiten recuperar zonas sagradas del ser humano. ‘Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro’, afirmaba Emily Dickinson, poetisa norteamericana.

Nos libera momentáneamente de los exabruptos culturales que degradan la grandeza de haber nacido. Nos salva de las morales que casi siempre privilegian lo peor y degradan lo mejor. Nos protege de las culturas capitalistas donde el dinero se convierte en dios; la astucia, en virtud cotidiana; la iniquidad, en el mejor modelo; la injusticia, en bandera de poderosos; la banalidad, en ornamento feliz. El texto literario nos indemniza de tantos crímenes de verdadera lesa humanidad.

El escritor, en su soledad, intuye realidades borradas históricamente por intereses económicos y políticos. ‘Trabajamos en la oscuridad’, afirma Leonard Cohen, cantautor y poeta canadiense. Labor ardua para superar el encanto del espejismo. El escritor japonés, Haruki Murakami, inicia su jornada creativa a las cuatro de la mañana y la termina en el medio día. Sin planos de ruta, ausculta el territorio humano perdido del que desconoce su sitio, su naturaleza y las vías por dónde llegar. Lo guía el subconsciente que le envía personajes y acciones y le teje las historias con imágenes insólitas. Él sólo funciona como secretario de una entidad diferente a la razón mancillada. Ningún deseo lo sostiene, lo que piensa pierde sentido, lo que siente se vuelve escombros. Únicamente el vacío momentáneo lo habita. Desconoce el destino de sus personajes, ignora lo que les sucederá en el próximo capítulo. ‘Yo soy el primer lector de las novelas que escribo’, afirmó recientemente en una entrevista.

Y el lector, frente a un párrafo de sus novelas, está como él al momento de concebirla: también desconoce la continuación de los acontecimientos. Intuye que, siguiendo los rastros del personaje, desembocará en uno de los tantos mundos anulados por el poder. Siguiendo el ritmo del lenguaje, encontrará por fin el milagro literario. La revelación brillará ante sus ojos de paciente lector. El viaje culminará en una de las cimas del ser humano. Abajo quedan esclarecidas las ignominias culturales, las alucinaciones de una moral. Al frente, luces invisibles estallan aquí y allá. Por fin se revela la razón de la existencia. En palabras de Robert Penn: ‘En el fondo, un poema no es algo que se ve, sino la luz que nos permite ver. Y lo que vemos es la vida’. Esa vida tan esquiva a los hombres vivos, agrego yo.
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