La Nación
Incentivos equivocados 1 23 octubre, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Incentivos equivocados

A medios de junio, el medio periodístico Vorágine publicó un artículo en el que denuncia las “jugaditas” por parte de la industria alimentaria colombiana orientadas a burlar la regulación sobre etiquetado frontal, en perjuicio de los consumidores. En resumen, las “jugaditas” consistieron en variar factores e ingredientes como: las calorías, carbohidratos y tipos de grasas. De igual forma, el artículo hizo referencia a la forma en la que las tiendas y supermercados exhibían los empaques al revés, con el fin de que los consumidores no pudieran visualizar, de forma directa, los octágonos de advertencia.

En términos generales, considero que el marco regulatorio del etiquetado frontal en Colombia responde a incentivos, que podríamos calificar como maquiavélicos, me explico. Bajo el marco regulatorio actual, entre más dañino sea un alimento, más octágonos de advertencia va a tener, en relación con su contenido de sodio, azucares, grasas saturadas, grasas trans y edulcorantes. Digo que es maquiavélico, porque fomenta la competencia entre los actores de la industria, para ver quien logra evadir la mayor cantidad de octágonos de advertencias, dando lugar a las “jugaditas” a las que hicimos referencia al inicio. Dicho en otras palabras, el “fin” (mantener o mejorar los niveles de ventas de productos dañinos para la salud), justifica los “medios” (las “jugaditas” para evitar las advertencias en el etiquetado frontal).

Así las cosas, la lógica regulatoria que rige actualmente es la del “menos peor”, guiando la opción de compra de los consumidores colombianos a partir de advertencias, tal como ocurre con productos como el cigarrillo, donde se pretende evitar su consumo a partir de advertencias gráficas y textuales. Al respecto, considero que si realmente queremos cambios significativos en las dinámicas de consumo en el sector de los alimentos envasados y ultra-procesados, debemos cambiar la lógica regulatoria, pasando de premiar al “menos peor”, a premiar a lo “mejor de lo mejor”. Para esto, se podría pensar en la integración de un comité con participación e integración plural, encargada de establecer una serie de estándares rigurosos que, al ser cumplidos, da lugar a que los productos puedan tener una estrella o un símbolo positivo en su etiquetado frontal, direccionando el consumo hacia productos en los que realmente las empresas se han esforzados por hacerlos más saludables y menos dañinos. Concluyo haciendo la invitación a que los consumidores debemos empezar a ser más exigentes con la industria alimentaria, respecto de la calidad y lo sano de los productos que nos pretenden vender.