La Nación
COLUMNISTAS

Incertidumbre

En un encuentro inusitado entre el general y un ciudadano francés, en las postrimerías de su existencia, el tal Diocledes Atlántica –cuenta- le expresó que: “Opino que el ejemplo de Bonaparte es bueno no sólo para nosotros sino para el mundo entero”, a lo cual el Libertador agrego, irónicamente: “ No lo dudo que usted lo crea…Los europeos piensan que sólo lo que inventan en Europa es bueno para el universo mundo, y todo lo que sea distinto es execrable…”/ “ Mi frente no será mancillada nunca por una corona”/ “Así que no nos hagan más el favor de decirnos lo que debemos hacer”. “ No traten de enseñarnos cómo debemos ser, no traten de decirnos que seamos iguales a ustedes, no pretendan que hagamos en 20 años lo que ustedes han hecho mal en 2000”/ “¡Por favor, carajos, déjennos hacer tranquilos nuestra Edad Media!”

Indudablemente que el diálogo se ajusta a la idea que acerca de la autenticidad de los pueblos hay que tener con respecto a su propia organización.

Y el asunto tiene que ver con acontecimientos que ocupan la atención nacional y la aplicación de reglas extrañas a la condición de este pueblo invadido de TLCs; reglamentos especiales para el trato del sistema carcelario y, finalmente, una asunto doméstico que pone en duda el derecho de los ciudadanos a su movilidad: la refrendación de la licencia de conducción sumada al nuevo “pico y placa” que el cuestionado alcalde de la Capital intenta imponer en los próximos días. Todas estas innovaciones, innegablemente, son copia de legislaciones extranjeras, traídas de contrabando por políticos que deliran por legislar y legislan delirando.

Ahora, en la campaña por las curules, aparte de las novedosas disidencias, alimentadas más por el deseo a la figuración y el protagonismo megalómano que por el ánimo de acertar en la conducción del país a un especio de paz y de libertad, cada uno de los aspirantes le refriega al electorado, como título y derecho, las iniciativas de ley promovidas, sin confesar sus falencias morales y políticas y, además, ofreciendo proyecto descabellados, olvidando que, como lo dijeron los juristas romanos: “ A mayor producción de leyes mayor corrupción de la República” y que: “ Cualquier ley es buena en manos de un juez honesto y justo”.