La Nación
Inteligencia Emocional para la vida 1 13 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Inteligencia Emocional para la vida

Maritza Rocío López Vargas

La Inteligencia Emocional son esas habilidades personales que nos permiten manejarnos mejor a nosotros mismos, a nuestras relaciones, a saber lo que sentimos, por qué lo sentimos, reconocer aquellos que podemos hacer bien o mal; ser capaces de cumplir nuestras metas, ser positivos ante los dificultades,  capaces de recuperarnos ante un fracaso, aprender de los errores; controlar emociones como la ira, rabia, los celos o aquellas que resulten perturbadoras para nuestras vidas, que nos impidan comprender que no siempre podemos hacer lo que queremos; evitar los efectos dañinos del estrés, controlar la manera como reaccionamos ante rumores, no permitirnos asumir el papel de víctimas, creer que el mundo está en contra nuestra y darnos cuenta que el manejo de nuestras emociones, es nuestra; tiene que ver con discernir cómo se sienten los demás, entender su punto de vista, saber qué le pasa a la otra persona; colaborar con otros, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo, adoptar una actitud empática, resolver conflictos de manera adecuada, influenciar positivamente en la gente, persuadir con argumentos y comunicarse de manera asertiva.

 

La inteligencia emocional puede ser fomentada y fortalecida en todos nosotros, en nuestras familias, nuestros hijos y estudiantes; la podemos mejorar en cualquier momento de nuestras vidas y fortalecer entre generaciones. Ayuda para ello entender que cada persona lidia con sus propias emociones, sentimientos y dificultades, que cada uno lucha sus propias batallas, que todos tenemos maneras diferentes de procesar la información, comprender las situaciones, formas diversas de expresar la angustia, el amor, la felicidad o el enojo; de allí la importancia de reconocer muy bien nuestras emociones, controlarnos, escuchar al otro, dejar de lado actitudes violentas que desmeriten al otro, que les impida sentirse comprendidos, aprender a expresar emociones positivas, fomentar el positivismo, reconocer en otros sus esfuerzos, méritos y luchas, esto nos acerca más a los demás, evita la costumbre de criticar con la intención de dañar, herir o hacer ver, sólo los errores de los demás.

Un déficit de Inteligencia Emocional  puede derivarse en rencores, sentimientos de incomprensión, conductas irracionales como gritar, insultar, intimidar, golpear o humillar a alguien en un momento de ira;  obstaculiza la toma asertiva de decisiones, aumenta los niveles de estrés, ansiedad, depresión, lleva al aislamiento social; genera mayor vulnerabilidad frente al consumo de alcohol o drogas, pueden derivar conductas delictivas, déficit de atención, pobre control de impulsos, trastornos emocionales o trastornos mentales. Por donde quiera que se mire, desarrollar una mayor Inteligencia Emocional resulta vital, para el logro de una vida más plena, sana y feliz.