La Nación
Jugando con candela 1 3 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Jugando con candela

Cuando lideró la oposición al presidente Iván Duque desde el Senado, Gustavo Petro ejerció ese derecho con todas las garantías, y lo hizo de manera insensata y temeraria. No solo se dedicó incansablemente a criticar al gobierno, sino que tejía narrativas para desprestigiar al presidente, instigando a incendiar calles y bloquear ciudades con el objetivo de propulsar una ruptura institucional.

El cuatrienio anterior se caracterizó por una oposición irracional que no escatimó en insultos diarios, incluso con apodos hacia el presidente y su familia. Esto afectó de manera infame a su esposa e hijos, menores de edad. Inventaron un ‘estallido social’ o paro violento, auspiciado por grupos ilegales que apuntaban a derrocar al gobierno. El mismo Petro instó a las familias a que no enviaran a sus hijos a estudiar, ni pagaran servicios, impuestos, ni compras en el comercio, entre otras ocurrencias. Además, mientras Duque enfrentaba la pandemia letal, Petro llamaba a protestar contra el gobierno, fomentando el caos y la desobediencia civil.

Un hecho sin precedentes en la historia de Colombia fue el atentado criminal contra el presidente Iván Duque. Viajando en helicóptero por Norte de Santander, fue atacado con armas de largo alcance que impactaron la aeronave con varios proyectiles. A pesar de esto, Duque mantuvo su compostura, no se victimizó ni mencionó golpes de Estado ni blandos, demostrando la estabilidad y la prudencia de un verdadero estadista responsable con sus gobernados.

Imaginar lo que sucedería si esto ocurriese hoy es espeluznante, dado que Petro, tras una vida en busca del poder, lo ha convertido en una pesadilla para Colombia. Frente a sus múltiples problemas familiares y de su entorno, ha optado por una estrategia peligrosa: victimizarse e inventar teorías de conspiración sobre golpes de Estado. Y ha llegado demasiado lejos, porque a la crisis institucional que agrava cada día, se suma su empecinado afán de excitar la polarización y el debilitamiento de la democracia.

Constantemente sugiere que el poder está infiltrado por mafias, buscando ‘la paja en el ojo ajeno’. Le decretó la guerra al Fiscal, para proteger a su hijo que confesó haber recibido dineros oscuros para la campaña; y porque investigan al gerente de su campaña por financiación irregular y violación de topes. Y abrió fuego contra la Procuradora, porque suspendió al Canciller a raíz del proceso licitatorio espurio de pasaportes.

Petro tocó fondo a partir de la campaña que emprendió contra la Corte Suprema de Justicia para presionar la elección de fiscal. El hecho de sitiar a la Corte con marchas y bloqueos es extremadamente grave; y es que la horda convocada por él trató de ingresar por la fuerza al Palacio de Justicia. Esto abrió una herida a la institucionalidad, y generó el temor de repetir la toma sangrienta del M-19 en 1985 y terror por el derrocamiento del Estado y la llegada de la dictadura.

Muchos llaman a la calma, pero, Petro no escucha, olvidó su obligación de unir a Colombia, y, por el contrario, él mismo encendió y sigue avivando el fuego que amenaza con salirse de control. Está jugando con candela.