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Julieta, una mujer de herramientas a tomar 1 18 mayo, 2024
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Julieta, una mujer de herramientas a tomar

Julieta, una mujer de herramientas a tomar 7 18 mayo, 2024
María Julieta, a sus 42 años, ha dedicado 19 al oficio de reparar motores.

María Julieta Cruz es una de las pocas mujeres que tiene en su peinador un alicate y se dedica a reparar motores. Nació en el municipio de Guadalupe (Huila) el 11 de octubre de 1971 y desde hace 20 años se consagra en el oficio de embobinar motores de máquinas para empresas importantes de la ciudad y el departamento.

Julieta, como la conocen en el mundo de la mecánica, se caracteriza por ser una mujer menuda que no supera los 1,50 metros y viste siempre de jean y tenis. Julieta es empírica. Hace 22 años llegó a Neiva en busca de oportunidades y entre grasa, alambres y motores forjó el sustento diario para su vida y familia.

“La situación era difícil, me vine con expectativa de seguir estudiando y conseguir trabajo, pero ya era tarde, sólo pude cursar hasta el Grado Octavo, de ahí ingresé al taller de Embobinados Industriales aquí en Neiva, donde laboré durante nueve años. Fue así como aprendí este arte y me gustó, descubrí lo que era y me enamoré, por esto estoy aquí”, asegura Julieta.

Su salida de la empresa se generó por la quiebra de la misma. Ella junto a tres compañeras más, que saben del arte de reparar motores, al quedar desempleadas ‘montaron’ una establecimiento dedicado a desempeñar este tipo de trabajos. Sin embargo, con el paso del tiempo sus socias abortaron el negocio y de este sólo quedó Julieta, en el que ya completa 10 años.

Su trabajo como mecánica principalmente se enfoca en la reparación de motores, rebobinar y reparar los daños, tarea que puede durar entre un día y dos, depende del tamaño del motor.

‘No es trabajo de hombres’

“Levantar un motor de alta potencia requiere de fuerza”, afirma Julieta. “Al principio la mayoría de los clientes son hombres y llegan buscando al técnico y se dan cuenta que soy yo, y me miran como raro. Muchos no creen en mí, pero se dan cuenta que respondo a lo que preguntan y es cuando se dan cuenta que a pesar de ser mujer sé mucho del tema”, dice con seguridad la mujer.

“Hago lo que ellos preguntan y me creen, porque es importante que el cliente se convenza de lo que hago y hago bien, ya no me miran como un bicho raro, pero poco a poco se han ido acostumbrado que soy una mujer”, resalta Julieta.

Para este personaje, vivir entre hombres no la hace diferente, porque afirma que la mujer es capaz de hacer de todo, simplemente “hay que tener la convicción de hacer las cosas y sobretodo gustarnos; la fuerza se adquiere y la destreza se aprende”, dice la mecánica.

El transcurrir diario

“Me levanto a las seis de la mañana, atiendo los quehaceres del hogar, hago el desayuno de mis hijas Karol y Ana María, luego voy al trabajo y a mediodía regreso a atenderlas con el almuerzo y enviarlas al colegio. Hacia las seis de la tarde, culmino con mis labores y regreso a casa”, narra Julieta.

Entre semana el tiempo, las ocupaciones y los compromisos de entregar las reparaciones no da espacio para atender ciento por ciento el hogar y sus quehaceres, es por eso que los fines de semana Julieta se dedica a hacer aseo y otras actividades que durante la semana suprime.

“Cuando hay dinero salimos a un cine, todo depende del presupuesto, porque para cualquier cosa se necesita plata y más cuando se tienen dos niñas que piden y se antojan de todo”, dice sonriendo la mecánica.

Julieta se separó hace tres años, debido a que siempre le tocó trabajar duro y su ex esposo, como de costumbre, esperaba a que ella aportara todo en el hogar. “Llegó el día en el que me cansé y empecé a exigir, y a él no le gustó eso y tomamos la decisión de separarnos, fue lo mejor”, dice Julieta.

Actualmente, aunque no le faltan los admiradores y elogios de algunos hombres, Julieta afirma que tal vez su vida será mejor pasarla sola, porque para ella lo más importante y su presente son sus hijas.

El valor de ser mujer

“Todas las mujeres somos inteligentes y podemos lograr lo que nos propongamos, porque el hecho de que estemos solas no tiene que ser que tengamos que soportar a un hombre o esperar a que nos den las cosas. Les digo a la mujeres que crean en sus propias capacidades y estén seguras, que Dios le da a uno lo necesario para lograrlo”, dice con seguridad Julieta.

Los sueños más reconfortantes para Julieta serán ver a sus dos hijas realizadas como profesionales, porque no le gusta la idea de que sigan su oficio. “Quiero que mis hijas no trabajen en lo mismo que yo trabajé, porque es duro, no quiero que les toque lo mismo que yo he vivido”, expresa Julieta.

Como mujer experimentada y especialistas en la materia, también ha sido maestra de muchos jóvenes interesados en el oficio, aunque son pocas las mujeres o ninguna a quien le ha podido enseñar el oficio, que se mueve entre la grasa, el aceite y la fuerza, argumentando que a la gente no le gusta el trabajo porque es difícil y es duro trabajar en él.

“Para mí lo más difícil es el manejo de la fuerza, porque se requiere de bastante para este oficio. En realidad me siento agotada y mi juventud se está desvaneciendo con el paso de los años”, dice Julieta.

María Julieta se encuentra en terapias de columna vertebral debido a que tiene un problema en la parte lumbar, ocasionado por levantar tanto peso. “Quiero retirarme en algún momento de mi vida de este oficio, pero tengo la misión de terminar de formar a mis hijas y ese es mi propósito más importante”, afirma Julieta.

Un oficio que da orgullo

“Mis hermanos se sienten orgullosos de mi trabajo, mis hijas y mi familia, resaltando siempre que es una de las pocas mujeres que ha decidido escoger la mecánica, un oficio para hombres”, dice Julieta con una sonrisa enorme.

Julieta hace parte de una familia de ocho hijos, conformada por Emelina Cruz y Marco Antonio Cruz, de quien tal vez es la única que se dedicó a dicho oficio, dado que en algún momento de su infancia vio el desempeño de su padre como técnico electrónico.

Sus hijas Karol Liseth, de 6 años, y Ana María Molano Cruz, de 12, son su mayor motivo de vida, son el motor por quienes decidió seguir adelante y luchar. Aunque sus pequeñas tienen posiciones encontradas del oficio que realiza su madre, aspiran a futuro poder retribuir el sacrificio que hace por ellas.

Karol Liseth Molano Cruz, la hija menor de Julieta, dice que “mi mami es muy linda, porque es una mamá común y corriente, cuando sea grande voy a aprender de todo y después voy a conseguir platica para ayudarla. Yo pienso que ella no tiene que trabajar más en eso, porque es un trabajo de hombres y ellos son más fuertes y las mujeres son más débiles”, afirma la pequeña.

Mientras tanto, Ana María Molano Cruz, su hija mayor, ha tenido que apoyar a su mamá en el hogar cuando está ausente, al asegurar que: “Me siento orgullosa de ella, porque con problemas y todo, nos ha sacado adelante y eso no le da vergüenza”.

Finalmente, María Julieta concluye diciendo que ser mecánica y vivir entre la grasa y las herramientas no quita la feminidad. “Soy una mujer normal, cuando estoy fuera de mi trabajo me visto como mujer y el hecho de lucir un overol no quita feminidad, aunque he desarrollado músculos en mis brazos a raíz de la fuerza que se ejerzo al trabajar, sigo siendo igual que muchas mujeres; un ser humano”.