La Nación
Justicia e impunidad 1 2 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Justicia e impunidad

La impunidad alcanzó niveles sin precedentes en nuestro país. De los 57.582 hechos de corrupción denunciados en Colombia entre los años 2010 y 2023, el 93,99% no tienen condena alguna, lo que evidencia negligencia permanente de jueces, fiscales y altas cortes para cumplir con un principio fundamental del estado, impartir justicia.

 En casos emblemáticos de corrupción como el de la constructora Odebrecht, que vinculó a 12 países en el año 2016, Colombia es donde menos hay condenas a los responsables.

 El aparato judicial ha tenido numerosos escándalos, como el ’Cartel de la Toga’, ocurrido en el año 2010 en el que magistrados de altas cortes comercializaron fallos y decisiones judiciales que comprometían a políticos a cambio de millonarios pagos. Así mismo, el ex fiscal anticorrupción Luis Gustavo Moreno, exigía sobornos y obstruía procesos valiéndose de su cargo.

Los $70.000 millones perdidos por la incompetencia y/o corrupción de la ministra Abudinen, siguen sin responsables y el dinero desaparecido.

Recientemente el exsenador Arturo Char quedó en libertad por vencimiento de términos en su caso por compra de votos y concierto para delinquir. La magistrada Cristina Lombana pretende precluir el proceso. Otro caso insigne de impunidad.

 En el Huila la corrupción y la impunidad han sido permanentes. Algunos casos son, el distrito de riego Tesalia – Paicol, hoy convertido en elefante blanco, con inversiones superiores a los 160 mil millones de pesos, (sobrecostos de más de 50 mil millones). Así mismo, la torre Materno Infantil de Neiva, proyectada hace 14 años y aún inconclusa, el monumento a la corrupción llamado estadio Plazas Alcid en ruinas y el proceso de los concejales de Neiva que negociaron los cargos de personería y contraloría en 2015. De igual forma preocupa el riesgo de vencimiento de términos, que, por la omisión de jueces y fiscales, podrían librar al exalcalde de Neiva Gorky Muñoz de responder por los desastres causados a la ciudad.

 A los elevados niveles de impunidad, se suma una creciente tolerancia social frente a la corrupción, lo que termina produciendo más delincuencia en las calles, desempleo, atraso y elevados niveles de pobreza. Cada corrupto que no es condenado y castigado se convierte en un motivador para cometer más delitos.

Ninguna sociedad es viable si no hay justicia y sí los responsables de todo este desastre no tienen condenas tanto judiciales como sociales que permitan recuperar el orden, la seguridad y la confianza en nuestras instituciones.