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La ciencia de la corrupción

Nuestro enemigo público número uno es la corrupción. No es la guerrilla, ni el paramilitarismo o el narcotráfico, a pesar del daño que han hecho, pues estos tres fenómenos han sido paridos por la corrupción. Y pareciera que estamos condenados a ella, un fenómeno que es mundial. Pero bueno, la pregunta es ¿por qué se produce la corrupción? Hay científicos que quieren encontrarla dentro del hombre, investigan si es una activación que se origina en la mente y que se pueda curar…fácil. Otros por el contrario, quieren demostrar que está afuera del hombre, en lo que llamaríamos el “contexto”, en la trama social, y es lo más difícil de atacar pues está desparramada por todo el entramado social. Pero las dos teorías se pueden complementar, ya que lo de afuera influye en lo de adentro y eso hace que la corrupción sea tenaz de erradicar.

Según Marina Zaloznaya, profesora de la Universidad de Iowa, Estados Unidos, hay tres elementos que forman el caldo de cultivo de la corrupción: Necesidad, falta de castigo y una cultura que la ve normal. ¿Ustedes qué piensan? Bueno, yo creo que no es necesario ser corrupto para llevar una vida tranquila. La necesidad de ser corrupto está ligada a la ambición de cada quien. Si las ambiciones superan el salario que se devenga, por poner un ejemplo, la corrupción aparece como una “opción” de conseguir las ambiciones. Ahora, a mí me parece que aparte de la necesidad está la “obligación” de ser corrupto. Hay muchos políticos buenos que, por obligación, terminaron en el centro de la corrupción porque se la metieron hasta por los oídos como la única opción de mantenerse vigentes en la política. La falta de castigo es otro elemento, y es cierto. En Colombia ser corrupto si paga, muchas veces no se castiga y en muchos casos el castigo es tan irrisorio que la pena termina siendo un premio. El último elemento es que exista una cultura que vea la corrupción como normal. Y también es cierto, es una verdad como puño. La frase que lo dice todo, es aquella que reza que “robó pero hizo algo”.
La corrupción se volvió tan normal, que ser honrado termina siendo una locura.

Y lo trágico, es que no hay un sistema educativo que eduque al hombre para la ciudadanía; que lo eduque para que respete lo ajeno; que acepte llevar una vida de acuerdo a lo que honradamente se gane. Y si se ostenta la riqueza, pues no importa. Lo importante es que esa riqueza se haya logrado legalmente.