La Nación
Juan David Huertas Ramos
COLUMNISTAS OPINIÓN

La Constituyente del pueblo (es decir, de Petro)

El fin de semana el director de Noticias RCN, José Manuel Acevedo, entrevistó a Petro, en una de sus ya conocidas operetas populistas en las que utiliza a las personas más humildes como parte de la escenografía que alaba su ‘magnanimidad’.

Esta entrevista, como casi todas las de Petro, fue cargada de mentiras, respuestas imprecisas y retórica errática. El diferencial de esta fue la ratificación de la amenaza de la constituyente.

En ese sentido, el director de Noticias RCN le preguntó a Petro si iba a promover una constituyente por vías ajenas a lo estipulado en la Constitución Política. A lo cual, el hombre del M-19, respondió que “el poder constituyente no se convoca, es el pueblo el que se convoca a él mismo para decidir sobre los aspectos fundamentales del país”.

Sin embargo, debe indicarse que Petro miente nuevamente, pues, la tal constituyente no es un deseo popular, sino su fantasía caudillista.

Prueba de ello, fue su perorata del 21 de marzo (2024) en San Antonio de Palmito (Sucre) en la cual aseguró que “aquí debe quedar la casa del poder constituyente campesino (…) en las elecciones del año 2022 ganamos el gobierno, pero no el poder (…) nos están cercando, la oligarquía de Colombia y la vieja manera de gobernar paramilitar quieren cercar este gobierno para que no produzca las transformaciones (…) y quién nos salva del rincón -pausa- el pueblo, yo lo que he propuesto es que nos constituyamos como pueblo, que el pueblo sea constituyente, eso significa mover millones de personas, ojo” [Tomado del vídeo oficial de la Presidencia de la República, titulado “Alocución del Presidente Gustavo Petro, nace el poder constituyente en Colombia”].

Como puede advertirse en el discurso citado, Petro está dando la orden en los territorios a las estructuras sociales y de otro tipo que le permitieron ganar las elecciones de 2022 para, como él mismo dice, esta vez “ganar el poder”, lo cual implicará dar un golpe de Estado y romper el equilibrio democrático si se lo permitimos.

Ahora bien, a pesar de que sus lugartenientes se esfuercen por crear el mito de que Petro “siempre ha respetado el orden legal y constitucional en Colombia porque es un demócrata”, basta recordar su pasado guerrillero para desmontar tal falsedad. Por lo tanto, no tiene sentido esperar que Petro respete la institucionalidad en esta ocasión, menos cuando se siente cercado.

En conclusión, se requiere que la institucionalidad en pleno y la sociedad colombiana hagamos frente a la amenaza que se cierne sobre el país (Obviamente, la única opción ética que tienen los electores que de buena fe que cayeron en la trampa de Petro, es no respaldar el desenfreno totalitario). No podemos olvidar que este sujeto ha repetido en innumerables ocasiones que él irá hasta donde el pueblo se lo ordene, lo cual resulta más preocupante, porque pareciera que, en su delirio, él no considera ser un hombre, sino un pueblo.