La Nación
La crisis con los estudiantes de derecho en Neiva 1 3 mayo, 2024
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La crisis con los estudiantes de derecho en Neiva

Foto: Artes.

El columnista de opinión de LA NACIÓN.com Camilo Montealegre crítica el futuro en el Huila de los estudiantes de derecho. Dice que cada vez hay más aspirantes a abogados, pero, muchos de ellos mediocres, que han recibido cátedras de garaje que de manera irresponsable se siguen dictando en cada esquina en Neiva. Lo peor: “lo abogados estamos condenados a la suerte (en muchas ocasiones política”, dice.
 

Aquí la columna:

 
 Si usted es padre de familia y está pensando que va a poner a hacer a su hijo una vez salga del colegio; o si es un joven que ve con incertidumbre su futuro académico, y piensa en estudiar derecho en la ciudad de Neiva, o en el Huila, o en Colombia, le recomiendo que lea primero esta columna.

 
El modelo estudiantil en el país se encuentra cada vez más en decadencia. Son muchas, por montones, las instituciones que ofrecen programas de educación que se están abriendo en garajes, de todas las calidades, de todas las materias. Lo que nos cuesta esto es que tarde o temprano seamos una de las naciones con menos calidad educativa, como lo demuestran las pruebas PISA, administradas por la OCDE, donde ocupamos el último puesto entre 44 naciones valoradas.

 
En Neiva tenemos un claro ejemplo con cuatro facultades de derecho, en las cuales dos ofrecen programas diurno y mixto. Excesivo para un índice poblacional relativamente pequeño (más o menos 400.000 habitantes). Es decir, en un promedio básico, al día de hoy la USCO, la Nariño y la Cooperativa, están graduando cerca de 120 abogados semestralmente. Sumémosle a esto los cerca de entre 60 y 80 más que entrarán a participar cuando el programa nocturno de la USCO y los alumnos de la Navarra gradúen a sus primeras promociones. Solo en Neiva se estarán  certificando 200 abogados al semestre.

 
La Alemania unificada, con 85 millones de habitantes, cuenta en total con 34 facultades de derecho. Mejor dicho, existe allí una facultad de derecho por cada dos y medio millones de habitantes; mientras que solo en la capital del Huila, hay una por cada cien mil.

 
Los datos son preocupantes en toda Colombia, y no solo en lo concerniente a las facultades de derecho. También este fenómeno se puede observar en otras áreas, como en la Ingeniería, pero con otro énfasis. En el país solo existen 4 universidades certificadas con el programa de Ingeniería de Petróleos, tres públicas (la Nacional, la USCO y la UIS) y una privada (La universidad de América), lo que haría pensar que con la aparente demanda de petroleros, el trabajo sobra, pero no. Contrario a lo que se prevé, los cientos y cientos de institutos de garaje que gradúan  técnicos  hacen que la demanda aumente, y el trabajo sea escaso.
 
Volviendo al caso Neiva, de los posibles 200 abogados que saldrán semestralmente a competir por un escaño laboral ¿Cuántos creen que lograrán ubicarse en un empleo formal? Así es, la cifra es muy corta. Si se sacan a los 10 o 20 recién graduados que cuentan con una excelente “palanca” política que muy seguramente los ubicarán en un abrir y cerrar de ojos, y los 10 o 15 estudiantes extraordinariamente inteligentes que lograrán hacerse con uno de los casi imposibles puestos meritorios que ofrece el Estado, cerca de 160 abogados recién graduados  se quedarán con una posibilidad entre un millón de conseguir un empleo relacionado con su carrera, por lo que entre ellos, muy seguramente, reinará el muy difícil y competitivo litigio independiente, y como último recurso, la informalidad laboral.

 
Mientras que una carrera como la medicina sigue generando un alto estatus de calidad precisamente por lo excelso de su estudiantado y lo privilegiadamente restringida de sus admisiones, los abogados estamos condenados a la suerte, luchando como leones por un cupo en el mercado laboral. Y lo peor, es que una tropa de futuros aspirantes seguirán ingresando, la mayoría de manera mediocre, a las diversas cátedras de garaje que de manera tan irresponsable se siguen dictando en cada esquina, no por el hecho mismo de educar, sino porque la educación de por sí ya se convirtió en un negocio, que nos vuelve miserable a todos.