Hoy en la tarde se realizaron las exequias de Karen Yiseth Quimbaya Tovar, la niña que había sido atropellada por un carro en el asentamiento ‘Álvaro Uribe’, Comuna Diez de Neiva. Sus familiares, allegados y amigos le rindieron un gran homenaje.
Hoy se recordará para siempre como el día en que la pequeña Karen Yiseth Quimbaya Tovar, de siete años de edad, adelantó su partida a la eternidad. Sobre las 2:45 de la tarde, el cuerpo de la menor, que reposaba en un ataúd blanco, fue sacado de su humilde vivienda, donde estaba siendo velada en el asentamiento ‘Álvaro Uribe’, en la Comuna Diez, de Neiva.
Sus padres y familiares sacaron fuerzas de donde no las tenía, llenos de valor y con el recuerdo del accidente de tránsito que les arrebató a su pequeña, comenzaron a recorrer el duro camino de la muerte. Una carroza fúnebre los esperaba en la puerta, ellos se dirigían a la iglesia del barrio Las Palmas, donde le tenían preparada un gran homenaje con Dios.
Cientos de motos y carros acompañaron la carroza fúnebre.
A las 3:05 de la tarde, los despojos mortales de la menor arribaron al templo, todo estaba adornado para la despedida y el acto litúrgico. Unas palabras del sacerdote les darían la fortaleza y la resignación a sus padres para poder continuar con este duro momento.
En el Cementerio Central de Neiva también la estaban esperando muchas personas.
Todo era lágrimas, tristeza y dolor, nadie entendía porque los designios divinos le habían quitado a tan temprana edad la vida a Karen Yiseth, aún menos cuando siempre fue una niña que llenó de alegría y orgullo su hogar.
Sus familiares estaban destrozados y sacaban fuerzas para afrontar este difícil momento.
Pasó la homilía, con un poco más de decisión, sus familiares comenzaron el último y más doloroso tramo de la despedida. Karen Yiseth abandonó la iglesia, donde muchas veces venía los domingos a misa con su mamá.
Nadie se quería quedar sin rendirle tributo a la pequeña Karen Yiseth.
Continuaba el viaje, eran las 4:10 de la tarde, Karen Yiseth no podía partir al otro mundo sin despedirse de sus amigos del barrio y del colegio. Por eso fue llevada para rendirle un sentido tributo a la escuela del barrio Las Palmas, donde sus compañeritos de estudio, con los cuales compartió muchos momentos felices de su vida, le dieron el último adiós.
Los últimos metros antes de llegar a su tumba fueron eternos.
Los pequeños lloraban, muchos sin entender lo qué estaba pasando, pero otros sabían que Karen Yiseth ya no volvería a ocupar su pupitre del salón de Primero de primaria, mucho menos recorrería gritando y jugando los pasillos y patios de la institución educativa.
Todos querían ver y despedir a la hermosa Karen Yiseth por última vez en sus vidas.
Finalmente el último trayecto de su larga partida llegó, la carroza fúnebre recorrió las principales calles de la capital huilense, hasta llegar al cementerio Central, eran las 5:10 p.m.. Cientos de personas en carros y motos la acompañaban, otras tantas la estaban esperando en el Campo Santo.
Nadie entendía lo qué estaba pasando y buscaban una resignación divina.
Un rayo de sol se filtraban entre las tumbas, Karen Yiseth recorría los pocos metros que le faltaban hasta lo que sería su última morada. Luego todo fue de nuevo llanto, desesperación e impotencia, no había nada que hacer, la pequeña tenía que irse para siempre de este plano terrenal.
Algunos niños y amigos de Karen Yiseth estuvieron en su triste despedida.
Se escucharon algunos gritos y lamentos, el sepulturero hizo su trabajo y todo quedó consumado, ahora Karen Yiseth vive en las mentes y corazones de todas las personas que la amaron, siendo recordada por siempre como lo que era, un ángel que adelantó su partida.
Finalmente Karen Yiseth llegó a su última morada donde descansa ahora eternamente.
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