Esperanza Andrade Serrano
La producción colombiana de café bajó 2,8 por ciento interanual en agosto; mientras, las exportaciones bajaron 10,3 % en el mismo mes, 1,08 millones de sacos, según la Federación Nacional de Cafeteros, que lo atribuyó a las lluvias y a una caída de la cosecha por un programa de renovación de cafetales.
Lo preocupante es que se trata de la más reciente de una escalada de malas noticias para las más de 550 mil familias que viven de cultivar el grano en el país. Los precios internacionales han sufrido una caída aterradora. Se situaron por debajo de la barrera de un dólar por libra, a 97 centavos, el peor valor en 12 años. En consecuencia, los ingresos de nuestros campesinos disminuyeron dramáticamente: la carga se paga hoy a menos de $700.000, cuando en julio del año pasado estaba en $849.000.
“No provoca seguir el cultivo del cafecito. Dan ganas de llorar ante tan grave problema”, me dijo un trabajador de Acevedo, Huila, quien lleva toda la vida en el negocio, que heredó de sus padres y ahora enseña a una familia de cinco hijos, cuatro varones y una niña.
Además de las razones dichas antes, la ‘mala hora del tinto’ se explica en la especulación de mercados; los fondos de inversión que manipulan los precios; la recuperación de los cultivadores centroamericanos, tras el castigo de la roya pasada; y la enorme producción mundial, con un leve aumento del consumo, un modesto 1,9% anual.
Con ese escenario, las cuentas no cuadran, los cálculos no dan, “se trabaja a pérdida”, dicen, desilusionados. La mano de obra ha subido 5 %; los insumos -en especial los fertilizantes- 8 %; los ingresos cayeron 13 % en el primer semestre de este año; y la rentabilidad es negativa.
En la tormenta perfecta hay que dar un timonazo esperanzador, para aminorar el impacto y pactar soluciones armonizadas, con alternativas a corto y mediano plazo. Entre las primeras, el Gobierno se conmovió y aceptó destinar $100.000 millones para sostener el precio de la carga. Decisión que aplaudimos todos al presidente Duque.
Y en las siguientes se plantea establecer un fondo de sustentación de precios o uno de estabilización que frene los fuertes vaivenes; mantener la promoción de los granos especiales que se pagan mucho mejor en el mundo, y en Colombia gozan de una prima de calidad; y, claro, promover el consumo interno del producido.
El fin de semana son las elecciones cafeteras, la oportunidad para escoger los mejores voceros y representantes, que trabajen para que nuestros cultivadores vuelvan a vivir con dignidad, bienestar y esperanza.