La Nación
La radio después del 9 de abril 1 26 julio, 2024
INVESTIGACIÓN

La radio después del 9 de abril

La radiodifusión comercial en Colombia se gestó al amparo de las empresas privadas. Después de ‘El Bogotazo’, la programación se interesó por el entretenimiento como una manera de ‘sacarle el cuerpo’ a los espinosos temas políticos.

Olmedo Polanco

Luego del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, la radiodifusión instalada en Bogotá propagó mensajes por el territorio nacional, convocando a las audiencias liberales para que se manifestaran a través de las vías de hecho. Según la Embajada de los Estados Unidos en Colombia, los rebeldes ‘tomaron’ Radio Cristal para difundir mensajes en contra del gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez. (Departamento de Estado de Estados Unidos. División de comunicaciones y grabaciones. Comunicación enviada por la Embajada al Secretario de Estado. Bogotá, abril 9 de 1948. Edición electrónica. Pág. 1). Solo en las horas de la noche, el gobierno colombiano pudo recuperar el control de las estaciones de radio que habían sido tomadas, especialmente por jóvenes liberales.

Según los investigadores Gustavo Pérez Ángel y Nelson Castellanos, en varias regiones de Colombia se habían recepcionado los mensajes transmitidos por las emisoras Nueva Granada y La Voz de Bogotá, que luego de pocos minutos de la muerte del caudillo liberal, incitaron a través de la turba enardecida “…al saqueo, al asesinato, al pillaje”. (Castellanos, Nelson. ¿Tabernas con micrófono o gargantas de la patria? La radio comercial en Colombia: 1930 – 1954, En: VII cátedra anual de historia. Ernesto Restrepo Tirado. Medios y nación. Historia de los medios de comunicación en Colombia. Ministerio de Cultura. Bogotá, 2003. Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A., Pág. 278.)

No se había cumplido un mes del magnicidio y en Neiva los radioescuchas sintonizaron, el 8 de mayo del mismo año, las arengas liberales que desde la capital del país incitaban a tomar las alcaldías de los municipios. Está consignado en un archivo judicial que registra algunas manifestaciones de seguidores de Gaitán en el Huila. (Archivo Histórico del Tolima. Ficha No. 676, estante 14, Balda 1, Caja 125, Legajo 3).

“…Una radiodifusión irresponsable propalaba las más absurdas especies para destruir materialmente el sistema nervioso de los colombianos; la Administración Pública era entrabada con toda suerte de recursos para hacerla inoperante; la demagogia, la difamación y la calumnia reinaban de modo incontrastable, formando un verdadero círculo de terror en torno del Jefe del Estado y de las autoridades legítimas (Semanario ‘Avante’. Declaraciones del Presidente de la República, Mariano Ospina Pérez. Bogotá, 11 de julio de 1948).

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Primera página de Jornada, el periódico fundado por Jorge Eliécer Gaitán.

El caos del 9 de abril

Según el presidente Ospina Pérez, los sucesos del 9 de abril 1948 provocaron acontecimientos de extraordinaria gravedad que afectaron directamente a la Nación “en forma antes desconocida”. El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, que a decir del primer mandatario, había ocurrido a la una y diez minutos de la tarde, “…dio origen a una serie de hechos como el incendio, el saqueo y la destrucción de numerosos edificios y monumentos históricos de las principales ciudades colombianas, y particularmente de la capital de la República” (Cámara de Representantes. Ospina Pérez, Mariano. Obras selectas. Los caminos de la concordia, la libertad y la justicia. Mensaje del Presidente de la República. Instalación de las sesiones del Congreso Nacional de 1948. Los sucesos del 9 de abril. Colección Pensadores políticos colombianos. Página 508).

En Neiva, la turba enardecida había destruido parte de la edificación de la Hacienda Matamundo, propiedad del conservador Max Duque Gómez. (Revista Semana, 11 de abril 11 de 2005,  pág. 22). El 11 de abril, el presidente Mariano Ospina Pérez se pronunció a través de la radio a todo el país, desde el Palacio de la Carrera, la morada tradicional de los presidentes de Colombia. “Con honda emoción me dirijo nuevamente al país comenzando por renovar mi más enfática protesta por el asesinato del señor doctor Jorge Eliécer Gaitán, insigne colombiano de cuya inteligencia e ilustración estaba orgullosa la República”, dijo a través de su alocución el mandatario del proyecto político de Unión Nacional.

El Presidente reafirmó su compromiso de aplicar “una justicia inflexible para que los responsables sean sancionados de acuerdo con las leyes”. De igual manera, anunció que se investigaría “rigurosamente las causas y el origen del horrendo atentado”, provocado por lo que llamó “…la conducta irresponsable y criminal de sujetos movidos por el fanatismo y por el odio”. Durante el discurso pronunciado por el primer mandatario de los colombianos, advirtió: “…este Gobierno está dispuesto a aplastar, como sea necesario, el movimiento subversivo que amenaza hundir al país en una definitiva y acaso irreparable catástrofe”.

Ese mismo día, Ospina Pérez anunció ajustes en la conformación de su equipo de gobierno. “Sobre estas bases ha sido posible reintegrar el Gabinete Ejecutivo con la colaboración de las dos colectividades en igual proporción, y designar para el Ministerio de Guerra al Teniente General Germán Ocampo”. Nombró como ministro de Gobierno, a Darío Echandía, e incluyó al huilense Luis Ignacio Andrade como ministro de Obras Públicas. “Nada de amarguras, ni de desalentador pesimismo. De pie sobre las ruinas, yo creo en Colombia y tengo fe en vosotros”. (Histórica proclama del Presidente de la República. Alocución. Bogotá, 11 de abril de 1948).

A propósito, el Partido Liberal apoyó las decisiones del Presidente conservador en los siguientes términos: “No sería exagerado decir que la paz pública depende hoy en primer término del esfuerzo que los liberales, con el doctor Darío Echandía a la cabeza, están realizando por conservarla, a despecho de la inconformidad general que bulle entre ellos actualmente” (Mensaje del dirigente liberal Alfonso López. Nueva York, 15 de abril de 1948). “Los elementos frenéticos y salvajes que cometieron estos crímenes y amenazaron la estabilidad de nuestras instituciones, no pueden ser los mismos que restablecieron el orden constitucional el 10 de julio de 1944”, respondió Ospina Pérez a López el 19 de abril.

El apoyo de las Fuerzas Armadas

El presidente Mariano Ospina Pérez se dirigió a jefes, oficiales y soldados de las Fuerzas Armadas; para exaltar, según él, “la decisiva actuación de las Fuerzas Armadas en la salvación de Colombia”. Era 27 de abril de 1948. “Con emoción recibí hace algunos días la comunicación de un gallardo Comandante del Batallón que contribuyó a restaurar la legitimidad combatiendo contra las fuerzas del desorden en una de las ciudades de Colombia”, anunció a la Nación el Presidente. (Alocución Presidencial. Bogotá, 27 de abril de 1948).

“Con todo respeto -dice el pundonoroso oficial en aquel histórico documento— me permito dirigirme a Su Excelencia, Jefe Supremo de las Fuerzas Militares, para remitirle como un trofeo guerrero la bandera comunista de la hoz y el martillo, que fue arrancada del asta del balcón de la Gobernación de este Departamento la tarde del 9 de abril…”… Según el oficial: “Dicha bandera ondeó por unos momentos mientras actuó en el recinto del Palacio Departamental la llamada Junta Revolucionaria de Gobierno, hasta que llegaron allí los centinelas insobornables del orden constitucional”.

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A seis columnas tituló la noticia el periódico Vanguardia Liberal, fundado en Bucaramanga en 1919.

Los impactos políticos en la radiodifusión

‘Ni corto ni perezoso’, el Gobierno nacional aprovechó los desmanes registrados entre abril y mayo de 1948 para imponer el ‘estado de sitio’ y controlar el uso comercial de la radiodifusión informativa y evitar así el uso de los micrófonos con fines ideológicos. Por decreto 3518 del 9 de noviembre de 1949, el gobierno controló los radioperiódicos y censuró la divulgación de ciertas ideologías liberales a través de la radio. “…el presidente Mariano Ospina Pérez clausuró abruptamente las sesiones del Congreso y demás corporaciones públicas de elección popular”. De igual manera, “…inauguró la era imperial del estado de sitio, mediante la utilización permanente de los instrumentos extraordinarios del artículo 121 de la Constitución, precepto que seguiría siendo la fuente de inspiración de sus sucesores, durante décadas”. (Henao Hidrón, Javier. Uribe Uribe y Gaitán, caudillos del pueblo. Editorial Temis S. A., 1998. Página 159).

La producción radiofónica de los años 50 en Colombia se caracterizó por la aparición de nuevos formatos de entretenimiento que incluían contenidos musicales, humor, deportes y dramatizados.

Es más, las transmisiones de las vueltas a Colombia en bicicleta empezaron a mostrar un país periférico y rural que no se conocía en la capital de la república en toda su magnitud cultural. Los centros urbanos conocieron otras facetas de las culturas regionales que parecían distantes y que los narradores del ciclismo describían al aire.

En 1954 el gobierno nacional mostró mayor control sobre el uso de la radio comercial en estos tiempos de violencia política. El 25 de noviembre, a través del Decreto 3418, el gobierno estableció su propiedad exclusiva sobre los canales radioeléctricos. Además, indicó que las telecomunicaciones eran un servicio público prestado en concesión (hasta por 20 años) por operadores particulares en beneficio cultural de las audiencias y cuya programación no atentara contra la moral cristiana y las buenas costumbres.

Sumando a lo anterior, el gobierno nacional controló la fabricación y distribución de equipos de transmisión de radiocomunicaciones. Los fabricantes deberían estar amparados por un permiso especial concedido por el Ministerio de Comunicaciones. El gobierno del General Rojas Pinilla impuso leyes que restringían la emisión de ciertos mensajes de carácter político e ideológico, que el dictador consideraba lesivos para la estabilidad política de la nación.

En el decreto 3418 el gobierno definió el concepto de radiodifusión y reservó espacios de tiempo en las emisoras, para difundir noticias oficiales y programas educativos y culturales. Para el gobierno nacional, la radiodifusión era: “…un sistema de telecomunicaciones cuyas emisiones de sonido están destinadas a ser recibidas directamente por el público. Este servicio estará orientado a difundir e incrementar la cultura. Por consiguiente todas las emisoras tendrán la obligación de adjuntar sus programas a los fines indicados” (Ministerio de Comunicaciones. Archivo electrónico, Decreto 3418, Artículo 24, del 25 de noviembre de 1954).