Los sistemas parlamentarios contemporáneos son incapaces de producir liderazgo sostenible, quedó plenamente demostrado en los eventos del pasado 25, aunque se corresponde con los vientos de neoliberalismo postmoderno.
Lo que caracteriza la postmodernidad es la sensación de estar viviendo épocas de caos y crisis todo el tiempo, ambas percepciones se refieren a la prevalencia del azar sobre las demás cosas. El caos en el universo y la crisis del Estado keynesiano.
Bajo estas premisas el Estado pierde protagonismo y responsabilidad, apresuradamente, para dar paso a la competitividad (individualismo extremo) y al liderazgo empresarial (coherente con el caos) y se sobrepone la “gerencia y el marketing político”. Mire usted.
Algunos candidatos o sus asesores (no todos afortunadamente) creen, equivocadamente, que la foto en los medios o la figuración en redes sociales, con ello suplantan su responsabilidad política en la vida de los pueblos. No.
Los gobernantes no pueden darse el lujo de gobernar “on line” (como fantasmas) o existiendo virtualmente en alguna “base de datos del organismo territorial, ni asumiendo actitudes mesiánicas con algún slogan comercial.
En las campañas que acaban de suceder predominó esta falsa presunción.
El elector potencial ya “no come cuento”, ojalá los resultados de esta contienda (que han sido buenos) den para serias evaluaciones y correctivos para bien del futuro electoral de nuestra región.
Silogismo Mediático: Cambiar 1 minuto de gloria por toda una eternidad en el infierno es como cambiar 1 vaso de cholupa por 15 “totumas” de menudillo (aunque algunos aceptaron este cambalache).
Recomendación: Quienes hayan recibido dinero o tamales a cambio de su votación renunciaron a su posibilidad de transformar la sociedad. Por favor, devuélvanlo o dónenlo en alguna Fundación. Felicitaciones a los triunfadores de la jornada.