La Nación
COLUMNISTAS

Lo importante es reformar la justicia

¿Será qué las oportunidades históricas para hacer la reforma a la justicia que se necesita en Colombia se dan todos los días?

¿Ocurre con frecuencia que la comisión interinstitucional de la rama judicial, partidos de la oposición, voceros de distintos sectores del país, y algunos integrantes de la coalición de gobierno coincidan en la necesidad de hacer cambios estructurales al poder judicial?

¿Resulta común qué la posición de la ciudadanía frente a dicha rama sea tan clara y consistente desde hace largo rato, como se está expresando en los sondeos de opinión que se hacen con regularidad?

¿El propio Gobierno no está planteando la necesidad de hacer reformas, así estas sean parciales?

Si se analiza todo lo que está sucediendo de manera serena, no es difícil concluir que estamos en un momento propicio para darle respuesta a un clamor nacional.
Climas sociales y políticos como el actual son excepcionales.

Lo fundamental, hoy, es crear las condiciones para estructurar un gran acuerdo nacional que haga posible dar el paso que se está esperando.
Infortunadamente, hasta el momento, el Gobierno no lo ha hecho.

Todavía hay tiempo, pero la atmósfera que existe actualmente no se prolongará en forma indefinida.

Y, como es usual, los debates se están dando con una carga emocional que no contribuye a encontrar el mejor camino.
Por esa razón, es urgente hacer un llamado a la calma y a la reflexión tranquila acerca de las posibilidades que ofrece la coyuntura actual.
Puede ser, quizás, conveniente actuar de la siguiente manera:

Para empezar, lo mejor en éste momento es tratar separadamente lo relacionado con la reforma a la justicia y las conversaciones en La Habana.
Lo primero es urgente, se ha tratado de hacer en varias oportunidades a través del Congreso, sin éxito, y hoy es un clamor que se escucha en todos los rincones de la nación.

Si se convoca a un acuerdo en el que participen, además del Gobierno, desde luego, la rama judicial, las fuerzas representadas en el Congreso, la academia y organizaciones especializadas en el tema, es posible llegar a un entendimiento sobre el contenido de las transformaciones.

Y, en esa atmósfera, también lo es identificar si lo mejor es tramitarlas en el Parlamento o en el seno de una constituyente limitada, para cuya convocatoria debe expedirse una ley que permita que la gente se pronuncie acerca de si se hace o no dicha convocatoria, al igual que en relación con la competencia de esa asamblea, su integración y el período de sesiones.

Con respecto a lo segundo, es decir, el proceso que tiene lugar en Cuba, hay que esperar el resultado de las conversaciones.
“Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, acostumbraba decir el inolvidable filósofo de mi tierra.

Tengamos presente que, por ahora, lo importante es reformar la justicia.