La Nación
“Los alcaldes están obligados a invertir en cultura” 1 3 mayo, 2024
ENTREVISTA

“Los alcaldes están obligados a invertir en cultura”

El ministro de Cultura, Juan David Correa, habla con LA NACIÓN y llama a los mandatarios que sean elegidos este 29 de octubre a fijar conjuntamente el apoyo a los gestores culturales en sus regiones. “La responsabilidad del cambio cultural en el país no es exclusiva del Ministerio de Cultura”. El funcionario confirma su visita a Neiva para el inicio de la celebración de los 100 años de La Vorágine.

Jesús Antonio Rojas Serrano

editorgeneral@lanacion.com.co

“Es un diálogo antes de que termine el año con el Ministerio de Cultura para que juntos miremos cómo están sus planes de gobierno con respecto a lo cultural, en qué les podemos colaborar y cómo van a ayudar ellos a los gestores culturales”. Con estas palabras, el ministro de Cultura, Juan David Correa, plantea un encuentro casi que inmediato con el gobernador y alcaldes que sean elegidos este 29 de octubre.

El funcionario habla además de su Cultura de Paz, la mata de coca, el apoyo a los gestores culturales y la celebración de los 100 años de la publicación de la novela La Vorágine.

Más de dos meses después, ¿cómo le ha ido al frente del Ministerio de Cultura?

Me ha ido bien. Obviamente, soy consciente de que cualquier transformación y cambio es un proceso histórico; no es en un abrir y cerrar ojos como se cambia una realidad tan compleja como la colombiana, en donde la cultura es un factor de cambio central. Y espero que eso lo entienda cada vez más la población. La cultura no son solo las expresiones artísticas y populares, sino la manera en que nos relacionamos entre nosotros y la forma en que nos alimentamos, nos relacionamos con la naturaleza y con las personas distintas a nosotros. Ahí está lo cultural jugándose, y evidentemente, tendrá que haber un cambio mentalidad en las nuevas generaciones para vencer asuntos culturales como el racismo, el clasismo, el machismo, el patriarcalismo y todo ese tipo de comportamientos que no son naturales. Estos son los cambios que desde el gobierno de Gustavo Petro queremos que sucedan.

Señor ministro, ¿cómo se materializa todo eso?

Jesús Antonio, queremos decirle a la gente que se organice, que cree cooperativas y asociaciones para que podamos trabajar con ellas en las regiones y defender una idea de nación en la que quepamos todos. No se trata de excluir a nadie, pero sí de incluir a aquellos que no han sido incluidos en el relato nacional como buena parte de las comunidades indígenas, del Pacífico y de los pobres y la gente popular del país. Para eso, estamos transformando lo institucional, transformando el Ministerio de Cultura de cara a esta nueva realidad. El país cambió, no es solo el gobierno, a partir de los movimientos sociales y las grandes marchas. Estamos enfrentando varios procesos al mismo tiempo como la reforma a la salud, la reforma laboral, los diálogos de paz, entre otros, y en todos estos escenarios la cultura tiene cosas para decir. Nuestra estrategia para atender esos temas es la Cultura de Paz, la cual busca hablar con diversos sectores y opinar sobre la política de drogas, el olvido de territorios como Tumaco, Nariño, entre otros. Yo me siento muy afortunado de conocer las experiencias sociales que llevan muchas décadas de lucha y de búsqueda de espacios y que hoy se cristalizan en este gobierno.

¿Es posible hacer realidad esa Cultura de Paz en regiones como el Huila?

Es una estrategia que conversa con los diversos sectores de la sociedad en el territorio. Estamos trabajando municipios Pdet y Zomac; en el Huila hay varias poblaciones afectadas por el conflicto armado en donde queremos intervenir. ¿Cómo lo hacemos? Una de las estrategias son los pactos culturales para elevar el espíritu de los colombianos y entender que la expresión artística y cultural engrandece la conversación pública; la música, el arte, la literatura, el teatro y el circo son expresiones en las que podemos ser nosotros mismos y ser diferentes y estar alrededor de esas ideas. Estamos llegando al territorio con inversión en diversos aspectos, desde el patrimonio hasta los museos, desde la literatura hasta las bibliotecas; ahí es donde firmamos un pacto cultura por la paz en donde estos dineros quedan adjudicados y se hace una vigilancia ciudadana. Este es un proceso. No vamos a transformar Colombia en dos años, ni en tres, es un reto generacional, es un llamado al país para que todos nos unamos.

¿Qué podría opinar el sector cultural en un asunto tan complejo como el narcotráfico?

Por qué no transformamos la mentalidad de los campesinos que cultivan coca, por qué tenemos que castigar a los campesinos que cultivan la coca, que a propósito, no es una mata que mata como decía un gobierno anterior, sino que es una planta sagrada, la cual deberíamos recuperar su dimensión cultural y volverla parte de nuestro horizonte productivo, esencial y espiritual. La Cultura de Paz tiene que hablar, por ejemplo, con el Ministerio de Defensa, qué estamos planteándoles a los soldados como horizonte cultural. Los municipios colombianos están llenos de violencia, pero si a la gente le damos una oferta cultural, va a cambiar porque estamos llenos de músicos, bailarines, de gente con talento y que quiere hacer otras cosas. Ahí está el verdadero cambio social en ofrecer oportunidades y caminos, obviamente, siendo rigurosos con los recursos públicos, pero dejando un poco el discurso de que en lo público todo se lo roban.

Los gestores culturales siempre se han sentido las ‘cenicientas’ de los presupuestos públicos, ¿qué inversión hay para ellos de parte del gobierno de Gustavo Petro?

Jesús Antonio, hay tres cosas que ya estamos implementando: la primera, crear un código en el RUT sobre la profesión de gestor cultural. La segunda, tenemos un censo de casi 150.000 personas de un registro que se hizo en el gobierno anterior y que se llama Soy Cultura; ese censo está conformado por artistas y directores culturales; vamos a emitir pronto una tarjeta, es decir, un plástico para esos 150.000 gestores y darles identidad y ofrecer ayudas y rebajas en servicios; es una tarjeta que va a concentrar una cantidad de ofertas que podemos ir generando a través de convenios, por ejemplo, estamos tratando de llegar a un acuerdo para que les salga más barato su plan de datos. Y la tercera, es una conversación que yo le quiero proponer–y lo hago a través del Diario LA NACIÓN–, al gobernador y a los alcaldes del Huila que sean elegidos el próximo 29 de octubre.

Señor ministro, ¿y esta conversación para qué?

Es un diálogo antes de que termine el año con el Ministerio de Cultura para que juntos miremos cómo están sus planes de gobierno con respecto a lo cultural, en qué les podemos colaborar y cómo van a ayudar ellos a los gestores culturales. La responsabilidad del cambio cultural en el país no es exclusiva del Ministerio de Cultura. Las alcaldías están obligadas, por gobernanza, a atender el tema cultural, a incluir en sus presupuestos la cultura, fortalecer las casas de la cultura, dotar las bibliotecas y proteger a los líderes sociales y culturales. Esa es mi invitación para que juntos construyamos un diálogo. Queremos construir ese diálogo con el nuevo gobernador del Huila, el nuevo alcalde de Neiva y los demás mandatarios que sean elegidos. El Ministerio de Cultura está listo para ir a la capital huilense y hacer una gran reunión con los nuevos gobernantes para mirar la inversión cultural contemplada en sus planes de desarrollo para los próximos cuatro años y los apoyos que va a dar el gobierno nacional.

Las festividades son la expresión cultural más auténtica de un pueblo y Neiva tiene al San Pedro, pero la inversión del gobierno nacional hacia estas fiestas es pobre, ¿hay posibilidades de que en el gobierno de Petro el apoyo económico sea mucho mayor?

En estos momentos está abierta la convocatoria de proyectos nacionales. Yo quité los recursos que se llamaban discrecionales del despacho del Ministerio de Cultura y los pasé a una lista de proyectos nacionales; la convocatoria está publicada en la página web y se encuentra abierta hasta este 23 de octubre. Ahí pueden concursar todas las fiestas populares de Colombia para obtener presupuestos que van de $100 millones a $500 millones. Necesitamos democratizar los aportes para que no sean de acuerdo a la simpatía o la antipatía de un ministro, a la gestión de un congresista o al intercambio de favores políticos. Yo creo que las fiestas populares son excelentes oportunidades para insistir en un concepto que en este gobierno es esencial y es la economía popular. La gente debe comprender que la fiesta de San Pedro no es obtener recursos para hacer una celebración, sino para que promueva una industria, una industria del vestido porque hay disfraces, una industria del baile porque pueden tener academias del baile, una industria de la alimentación porque sacan comida y tamales. Si se ve que hay una cadena de producción, que puede ser sostenible a lo largo de todo un año para llegar al gran evento que es San Pedro, estaremos transformando la realidad. Si nos quedamos soñando para que nos den $500 millones para hacer una fiesta, comprar trago y tener dos orquestas, así no se transforma ninguna realidad. El mensaje para la comunidad de Neiva y del Huila es: organicémonos y veamos las oportunidades económicas que se pueden generar con lo que tenemos para que volvamos las fiestas populares en industrias culturales. No nos dejemos convencer de que las fiestas son una vez al año, que nos gastamos la mitad del presupuesto y que al otro día estamos con un guayabo monumental porque ya no hay recursos para nada más.

Se acerca la celebración del centenario de la publicación de la novela La Vorágine, ¿qué hará el Ministerio de Cultura?

Jesús Antonio, La Vorágine es la gran metáfora de este país desde hace 100 años. Es la metáfora de nuestra relación tensa con la naturaleza, de cómo desde los años 20 el extractivismo se instaló entre nosotros por una guerra colonial que tuvo lugar en toda la Amazonía colombiana, peruana y ecuatoriana. La novela de José Eustasio Rivera es una novela central que tiene que volver a ser leída de otras maneras por la sociedad colombiana. La novela se leyó, se escolarizó y se volvió un texto obligatorio, pero la gente la asumió como un texto aburrido. Lo que vamos a crear para esta novela el próximo año es una colección de 10 libros que va a ir a todas las bibliotecas del país. Esta ‘biblioteca La Vorágine’ como la titulamos contiene una biografía de Rivera que escribió Isaías Peña; un libro fantástico que se llama ‘Holocausto en el Amazonas’ que escribió el historiador Roberto Pineda; una historia que escribió Roberto Franco que se llama ‘Historia de Orocué’, entre otros. Son 10 libros que no son necesariamente literarios, pero que sí iluminan y acompañan a La Vorágine.

¿Qué otras actividades hay proyectadas?

La Vorágine se va a volver el gran tema literario del año en las ferias internacionales en las que participará Colombia y en la Feria del Libro en Bogotá. Empezaremos este 4 de noviembre con esta celebración en Neiva en donde estaré personalmente; haremos ferias regionales, seminarios y conversatorios para además cruzar un tema central para este gobierno y es el cambio climático. Desde la cultura también podemos imaginar qué quiere decir eso de la selva, qué quiere decir eso de nuestras relaciones con la naturaleza. El lanzamiento de la ‘biblioteca La Vorágine’ será en marzo próximo en Mocoa, Putumayo, y en La Chorrera, en donde haremos un acto de disculpas a las comunidades de la región por el asesinato hace un siglo de más de 60.000 indígenas. Brasil será el país invitado a la Feria del Libro y a través de Brasil pondremos el acento en el Amazonas. Es un programa de celebración ambicioso que junta literatura, antropología, comunidad, medio ambiente e historia.