La Nación
COLUMNISTAS

Los intocables juridicos

La semana pasada escribíamos sobre la tragedia de estar envuelto en un proceso penal, además cubierto por los medios de comunicación, así como para algunos la ley penal nunca los tocaba. Ahora con la entrega de María del Pilar Hurtado, la gran mayoría de colombianos quiere ver “sangre en la arena” en relación con quien todos creen o presumen es el cerebro de la gran empresa criminal de las “chuzadas” y seguimientos. Lo primero que hay que decir, es que deben acabarse los intocables, sean Presidentes en ejercicio, expresidentes, miembros del gobierno de turno o de la oposición, ya es hora de que quien realice una conducta criminal sea procesado, aunque se caigan los cielos, no podemos seguir tapando ilegalidades o arbitrariedades, provengan de donde provengan y sean de quien sean. Lo segundo, es que a raíz de la captura el expresidente Uribe y hoy senador, jefe en su momento de María del Pilar Hurtado, trinó haciendo una serie de salvedades, que demuestran ya una estrategia de defensa o algún tipo de desespero, sin embargo, si se analizan con calma sus argumentos, hay algunos que podrían tener asidero. Por ejemplo, ¿Cómo se hace inteligencia? Hablando con las monjitas de la caridad o “chuzando” y siguiendo a los delincuentes o inclusive a los opositores políticos. La línea es muy delgada. Si un Presidente tiene información de una posible infiltración por la mafia a la Corte Suprema de Justicia, el único camino es el de denunciarlo ante la justicia y más si el fiscal es afecto a su gobierno para que investigue, pero usar el órgano ejecutivo con organismos como el DAS, la UIAF y otras centrales de información, además de seguimientos a los magistrados y a sus familias, es una medida diversa de la inteligencia. Ahora bien, si se presume que una congresista está recibiendo dineros de empresas extranjeras y habla de golpe de Estado, esa es otra historia, en donde de todas maneras se debe poner en conocimiento de la justicia y hay unos límites como el no circular la información con otros congresistas, o si se evidencia que no hay fundamentos, parar la actividad. Lo que si es cierto es que los periodistas no tienen por qué ser intervenidos o seguidos, no tiene ninguna justificación, por muy opositores que sean, para eso están otros mecanismos más democráticos o institucionales.