El nombre de José Eustacio Rivera ha sido cotidiano en barrios, municipios, centro de convenciones, premios, entre otros; pero no por su obra literaria que ha marcado a varias generaciones con sus relatos sobre las realidades ocultas de la selva, el llano y las costumbres profundas de nuestra historia; una historia contada por la violencia.
El 19 de febrero de 1888 en el camino que iba de San Mateo a Neiva, nació el campesino modesto José Eustacio Rivera; estudió parte de su primaria en el colegio Santa Librada, una institución educativa que vio surgir grandes personajes del país; el bachillerato lo llevó a cabo en la Escuela Normal de Bogotá y sus estudios superiores en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Colombia; una carrera que le permitió escudriñar en las injusticias de la época.
Sus poemas de las corrientes del romanticismo y modernismo lograron ilustrar la magnificencia de la naturaleza, en la búsqueda por crear una respuesta ante la mortalidad y la intrascendencia humana como método para entender la finitud del tiempo, siendo una reflexión bastante relevante para nuestros días. Rivera nos acercó a estas ideas con los 55 sonetos en el libro Tierra de Promisión en 1921, que narró de manera excepcional el olor, sonido, imagen y sentidos de la selva como una especie de preámbulo a su obra insignia.
En el 2024, La Vorágine cumple 100 años desde su publicación. Un libro que fue producto de sus viajes a los llanos orientales del Casanare, en el cual relata las inclemencias naturales y denuncia la explotación indígena por el caucho, especialmente en la famosa casa Arana como epicentro de la crueldad de la esclavitud. Esta obra literaria hispanoamericana permitió entender el interior geográfico de nuestro país; donde aún hoy existen otras relaciones de poder que continúan generando brechas de desigualdad.
Finalmente, acercarnos al abogado, escritor y político José Eustacio Rivera es reconocernos en la historia de la humanidad, es una mirada a la selva en la que habitamos, para asumirla y darle sentido en cada travesía.