En general, el ser humano puede y debe hablar de cuestiones remotas acaecidas en el espacio y en el tiempo, hechos sucedidos ayer o en otra parte.
Según los científicos y teóricos de la teoría organizacional, esto ha sido posible gracias al lenguaje, a las habilidades, destrezas y competencias formadas en el arte de “contar mentiras”, es decir especulando a partir de hipótesis primarias intuitivas como lo afirmaba la escuela griega, antes de Cristo.
No conseguiríamos discutir sobre cosas que están ausentes si no especulamos al respecto, en esto se fundamenta la creatividad, y esto no es malo, en principio.
Para mentir con éxito relativo, y especulando por supuesto, es absolutamente necesario tener las capacidades para entender “el punto de vista” del otro ser, meterse literalmente en su mundo y desde allí compartir, conocer y convivir, con las lógicas de su receptor (las del otro).
El funcionamiento instintivo del cerebro nos sorprende cada vez, sus conexiones con el mundo inconsciente, la mente, la vida afectiva, emocional, creativa e innovadora, son inevitables e impredecibles, incluso en los circuitos de la memoria y los imaginarios. Avances en la neurología, nanotecnología, inteligencia artificial, cienciología, así lo demuestran.
Predicción: La capacidad de soñar, predecir, imaginar, deducir, etc, que posee el humano han fortalecido su imaginación y especulación sobre “lo real”. En el estricto sentido cualquier creación humana está inspirada en cosas y situaciones inexistentes al momento de hacerlo, es decir, en autenticas mentiras y falsedades de “lo real”.
Desenlace: Según Jean Aitchison (Oxford), “la astucia (la mentira) puede haber ayudado al desarrollo del cerebro y, paralelamente, al del lenguaje. Claro que los primates solamente engañan (mienten) para satisfacer sus necesidades egoístas, cuando quieren cosas, y los humanos (que también mentimos) usamos esta propiedad en un sentido mucho más amplio” para ser creativos y emprendedores, indudablemente.
P.D. No me crean mucho. Continuará.