La Nación
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Mermelada corrupta

El principal argumento del gobierno Santos y, específicamente, del entonces Ministro de Hacienda Echeverri para justificar la reforma al régimen de regalías fue la de “regar la mermelada en toda la tostada” en referencia a la necesidad de que las regalías beneficiaran a todo el país y no solo a los entes territoriales productores.

Hoy el término se aplica a las dádivas que se reparten a diestra y siniestra como contraprestación a una adhesión incondicional a una causa o, peor, a acciones del gobierno con beneficio particular.

El último asalto de la pelea entre Uribe y Santos es una denuncia de distribución multimillonaria de mermelada supuestamente en favor de parlamentarios para obras en sus regiones y otorgamiento de puestos en el gobierno con diferentes participaciones.

No he leído la demanda y solo he recogido las opiniones que ha filtrado la prensa y los demás medios de comunicación que son muy escuetas y mal orientadas pues muestran como si el gobierno hubiese girado esos recursos a los parlamentarios para disponerlos a su antojo y, obvio, en beneficio de sus objetivos electorales. Hay que interpretar, entonces, que el gobierno define obras regionales y se las asigna a los congresistas amigos o a quien interese “comprar”. Hasta aquí simplemente se reviven los auxilios parlamentarios que el propio Uribe prometió acabar pero que solo cambió por acuerdos regionales.

Pero parece que la asignación de las obras va más allá de la referencia a la gestión del parlamentario y este termina señalando a quien se le da y cobra, de esta manera, por la mermelada conseguida. Esto es, simplemente, corrupción en una versión cada vez más sofisticada de los carruseles creados por los Moreno, los Nule y los Gómez y demás contratistas del Distrito. Y esta sofisticación se da, precisamente, con las aspiraciones reeleccionistas como lo hizo el mismo Uribe en su momento.

Para los uribistas resultó muy fácil hacer la demanda porque uno de sus alumnos, el propio Presidente Santos, está replicando lo que le enseñó su maestro. Esto no exime ni justifica lo denunciado pues la corrupción hay que atacarla frontalmente pero para esto se requiere autoridad moral y manos limpias que ninguno de los protagonistas muestra, desafortunadamente. Pobre Colombia.