La Nación
Metiéndole psicología política a las marchas de ayer 1 3 mayo, 2024
COLUMNISTAS

Metiéndole psicología política a las marchas de ayer

La política en definitiva es una lucha interna y constante entre las mentes. Es el pensamiento en conflicto constante en la historia. La dialéctica del amo y el esclavo como el péndulo de Foucault nos condenan a aceptar que nuestras convicciones políticas extremas, un día caerán en desgracia.

Definitivamente, (como lo afirma Tocqueville) “Nada es más natural para el hombre que reconocer la sabiduría superior del opresor” tal vez la proclividad para aceptarlo fue lo que hizo salir tanta gente en lo que se constituyó la marcha de ayer. Ha triunfado la capacidad de convencimiento y la manipulación mediática de quienes aparentemente representan los intereses más preciados de este país.

La elección de marchar o no marchar de ayer tal vez no es tan racional como se ha pretendido, como tampoco es tan racional no preferir las reformas, que el mantenimiento del sistema dominante.  Hay momentos históricos en que las razones para apoyar una revolución tampoco se tornan racionales o ideales; se trata de una verdadera paradoja y eso lo saben los colombianos, tal vez los únicos que no lo saben son los prevenidos por las ideologías que se sienten científicos de la sociedad, pero que hoy no avizoran sus evoluciones y cambios políticos.

La decisión de salir a marchar de ayer de los colombianos debe ser analizada con mayor interés por el gobierno; deberían auscultar si la mayor parte de los marchantes lo hicieron por mediación de un partido, de una clase social o la expresión simple de unas élites que ponen del lado de sus intereses a los mismos marchantes.

¿La decisión de marchar ayer es racional, irracional o funcional? ¿Fueron coherentes o significan el copamiento del triunfo de la manipulación mediática y la propaganda?  ¿Los colombianos sólo querían adaptarse a un régimen con la esperanza de encontrar las dádivas que les puede implicar su entrega política?  ¿Ya avizoran que volverán a imponerse las políticas conservadoras y de derechas y no quieren ser dejados por el bus de la nueva victoria?

Se trata de la tendencia que tenemos de conducirnos hacia los extremos. ¿Supervivencia que se esperanza de recibir las migajas que nos regalan y a las que los regímenes del evergetismo nos tiene acostumbrados desde el pan y circo?

Las conductas paradójicas y la teoría del reconocimiento tal vez pudieran explicar el aparente cambio que se va dando en las marchas. Lo que pasó ayer debería analizarse más allá de los enfoques de la racionalidad marxista, del racionalismo de Gramsci y ni siquiera desde enfoques post estructuralistas. Tal vez pudiéramos hacerlo desde la psicología política, tal vez deberíamos aceptar el riesgo actual de equivocarnos en las predicciones con rasgos ideológicos y racionalistas convencionales del próximo e inmediato futuro político.