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Mo Yan el premio nobel

La China misteriosa, durante muchos años generó mitos y fantasías en la imaginación del mundo occidental. Aún tenemos la borrosa fantasía del kimono y las sospechosas reverencias de unos hombrecitos amarillentos. Pero el gigante de Asia, que nunca dejó de ser potencia por razones evidentes, posee sus rasgos anímicos, que pueden resultar no tan lejanos al espíritu de cualquier congregación humana; al fin, todas las naciones están conformadas por un material genético semejante. El escritor Mo Yan, lo enseña en sus libros, como hombre que sufrió y disfrutó de las grandes transformaciones históricas de la mitad del siglo XX.

   Fue miembro del “glorioso” Ejército Rojo y la también “Gloriosa” Guardia Roja, pero con idénticos sentimientos de ascenso social de cualquier pequeño burgués occidental, buscando un puesto en el Partido Comunista, garantía de un status acomodado para una familia. Como objetivo de todo régimen dogmático, aprendió a clasificar los humanos en categorías; cinco rojas y cinco negras (reaccionarios); pueril catálogo, que cabe en el pensamiento oriental del Yin y el Yan y del “uno se divide en dos”, del “timonel” Mao Tse Tung.

Como en Occidente y Medio Oriente se responsabiliza a Dios de las alegrías y desventuras, en el pensamiento oriental es fácil ver un espíritu agazapado tras las desgracias. Por este camino se llega a la superstición o abre el campo para muchos dioses o para ninguno. En este terreno psíquico, no fue difícil para los revolucionarios apartar la sociedad china de la religión. Todo esto, hacía posible para la República Popular, cuando llegó el momento, abrirse a los valores de la llamada sociedad de consumo, objetiva, materialista, tecnológica.

En realidad, en este gigantesco país, nunca existió una sociedad absolutamente socialista; o mejor, en gran parte el sistema de mercado (capitalismo), se mantuvo, a pesar de la aplastante hegemonía del partido único. Esto fue razón de la famosa “Revolución Cultural” antiburguesa, en apariencia sin sentido, cuando el mundo tenía a China como propiedad sin regreso del comunismo. También explica que esta nación esté nadando hoy en el capitalismo transnacional como pez en el agua, manejando como propios los conceptos e índices que parecían exclusividad de los multimillonarios de occidente.

Las emblemáticas comunas de campesinos, desde 1978 (XI congreso del P:C.), cuando en Colombia aun soñábamos con fraccionar hasta los minifundios, en la China estaban siendo arrendadas a terratenientes particulares. La privacidad, contraria a la ingenua curiosidad previa, es hoy parte de los valores del chino, como para un norteamericano. Enorme distancia hay entre la ideología y la realidad.