Una mirada hacia la familia
Consuelo Serrato de Plazas
«Tendemos a hacer suposiciones sobre todo. El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que suponemos es cierto: Juraríamos que es real». Oportuna reflexión de Miguel Ruiz en el tercer acuerdo.
Uno de los hábitos más comunes en los seres humanos es el de emitir juicios de valor y llevar determinadas situaciones al plano personal con fundamento en suposiciones, en la mayoría de las veces alejadas de la realidad.
Partiendo de esta hipótesis ¿qué comporta la acción de suponer? según la RAE «Considerar como cierto o real algo a partir de los indicios que se tienen». En otras palabras dar por sentado hechos que eventualmente podrían no ser reales.
En efecto, esta nociva práctica -casi instintiva- que hace parte de la naturaleza humana, supera los límites de la prevención y de paso erosiona cualquier relación interpersonal al tomarse como propio lo que alguien hace, piensa o siente, provocando intensas emociones que generan malestar físico y emocional al imaginar que el mundo conspira en nuestra contra.
A lo anterior habría que añadirle un ingrediente más relacionado con la asombrosa habilidad para dar rienda suelta a la imaginación al percibir toda acción como una agresión, circunstancia que lleva al individuo a activar mecanismos de defensa en aras de evadir la supuesta «amenaza», cuando la realidad es que cada persona en desarrollo de sus estados emocionales reacciona de manera instintiva sin intención alguna de lastimar, incomodar o hacer sentir mal al otro.
Trabajemos arduamente para alcanzar un razonamiento crítico dejando atrás viejos esquemas de pensamiento. Tomar decisiones basadas en suposiciones, podría resultar demasiado peligroso. No conjetures… Pregunta. Y no olvides que «si todo lo tomas personal, vivirás ofendido la mayor parte de tu vida. Recuerda que lo que la mayoría de las personas hacen y dicen es una reflexión de ellos mismos. No tiene nada que ver contigo» tal y como lo enunciara Tommy Moya.