La Nación
COLUMNISTAS

¿Paz? No la creo

No le quiero ‘aguar’ la fiesta a más de uno. Y menos a Santos, aunque a él ya no le interese lo que digan en su contra. Después de estar en La Habana, de entrevistarme durante más de una hora con el comandante de las FARC, Joaquín Gómez, confirmé lo que muchos denuncian en Colombia, pero que pocos creen: la paz está lejos. Y más de lo que puedan calcular. Las fracciones son cada vez más fuertes entre las partes, y la guerrilla- que de bobos no tienen un pelo- son un hueso duro de roer. No son los maestros, a los que engañó y desvertebró el Gobierno Nacional un mes después del paro. Están convencidos de lo que tienen, saben que Santos quiere firmar la paz- al precio que sea-, que la necesita para alcanzar un  Nobel y llegar a la Secretaría de la Organización de las Naciones Unidas, un cargo más importante que una presidencia y por el que incluso desplazó a su canciller María Ángela Holguín hasta la isla de los Castro.   Y como la guerrilla ya palpó la debilidad del Gobierno, saben a qué precio jugar. ‘No firmaremos la paz hasta que no se acaben los paramilitares en Colombia’, me dijo insistentemente Gómez, a quien observé con sus años encima, aunque lúcido y astuto. Y me lo replicó Rubín Morro, coordinador de la prensa fariana en La Habana. ¿Acaso logrará Santos acabar con los ‘paracos’ (él dice que ya no existen) en los tres años que queda de Gobierno? Ni sacando una varita mágica. Las Farc tampoco entregarán las armas. Temen que los maten si pasean por las calles de Bogotá o Medellín. “Si no hay garantías, imposible”, “No pagaremos un segundo de cárcel”, me reafirmaron. Lo claro: Santos no ha avanzado en la negociación como él lo dice al país. Lo que ha negociado es lo mínimo, lo más frágil. Lo tenso está por definirse y falta terreno para llegar hasta el final. En Cuba, la guerrilla dice que están ‘crudos’ y que no hay compromiso del Gobierno. Cada segundo que pasa es como si la negociación se tornara peor.

No sé si es porque llegué al Palacio de Convenciones- donde todo el mundo entra- horas después del rompimiento de la tregua, pero varios de los guerrilleros ven a Santos como traidor. Y lo dicen abiertamente, sin pudor. No confían en él y así cualquier negociación es compleja, casi imposible. ¿Cómo se pondrán de acuerdo? No lo veo fácil y menos cuando el cuarto de hora de Santos en el gobierno disminuye y se desconoce quién sería su remplazo en los próximos años y la suerte que correría el proceso. Las Farc saben que con Vargas Lleras no conseguirán mucho. Por esto, a los facilitadores no les parece descabellada la idea de que Humberto De La Calle sea la ficha de Santos para el continuismo. Al menos, el pito presidencial ya le suena en el oído del negociador de paz del Gobierno.

Quiero la reconciliación y el perdón, como la anhelan los colombianos, pero después de permanecer en La Habana, quedé decepcionado. Aún falta camino por recorrer. Estamos lejos de alcanzarla. Y eso, que cuando hablé con Gómez, aún no habían dado de baja a Jairo Martínez, lo que creo, aumentó la desconfianza en la mesa.
Por cierto: bella la isla de los hermanos Castro y más con la Bienal de La Habana, aunque el tiempo se detuvo y el desarrollo no quiere despegar.