La Nación
EDITORIAL

Pobres consultas

Con una inversión que supera los 40.000 millones de pesos, el país asiste hoy nuevamente a las urnas para escoger algunos candidatos para las elecciones regionales de octubre próximo. Pese a la trascendencia y legitimidad de las consultas internas, sólo cuatro partidos utilizarán este mecanismo constitucional para escoger apenas a un puñado de candidatos.

El Partido Liberal, promotor y padre putativo de este mecanismo, sólo hará consultas en Bogotá, Putumayo y ocho municipios del país. El Partido Conservador escogerá quince candidatos a alcaldías. El Polo Democrático Alternativo, elegirá  a los 766 delegados a su IV Congreso Nacional.

El Centro Democrático participará por primera vez en una consulta pero solo en ocho departamentos y en pocos municipios. Para alcaldías en 43 poblaciones, para concejos en 34 y en Bogotá en 17 localidades de Bogotá para ediles. Increíble.

En el Huila no podía ser menos insignificante la convocatoria. Solo se  escogerán los delegados al Congreso Nacional del Polo y los candidatos al Concejo de Pitalito por el Centro Democrático. ¿Y los demás?

Las consultas internas tal como están previstas en el país es un desafortunado desgaste institucional. No vale la pena todo el esfuerzo organizacional, el despliegue de seguridad,  el costoso operativo logístico y las medidas de excepción para una jornada democrática que por la poca apatía de los partidos, termina siendo una burla. ¡Vergonzoso!
 
Las consultas internas fueron incorporadas en el ordenamiento constitucional como un mecanismo de participación ciudadana para la modernización y fortalecimiento de los partidos. A pesar de su trascendencia para darle legitimidad, los jefes de los paridos prefieren la “dedocracia” y el bolígrafo. Esos procedimientos, propios de los partidos en decadencia, precipitan entre otras, la crisis de liderazgo que se registran en el país, como ocurre en el Huila.

Y por lo general los jefes de los partidos no escogen a los mejores. Y en la mayoría de los casos, los escogidos no cuentan con el aval ciudadano ni el favoritismo popular que les asegure gobernabilidad.

Muchos terminan representando a las minorías privilegiadas y a grupos de interés o impuestos por contratistas o por alianzas perversas que se alternan sin compasión las cuotas de poder.

De ahí los altos niveles de abstención, la baja votación que obtienen los ganadores de cada contienda y el crecimiento cada vez más significativo del voto en blanco.
Los partidos tradicionales en crisis renuncian sin lógica a ser alternativas de poder. Y se abstienen de convocar a sus huestes para que ellas mismas en ejercicio democrático directo, escojan sus dignatarios y el rumbo de sus colectividades.
 
“Las consultas internas tal como están previstas en el país terminan convertidas en un desafortunado desgaste institucional”.

Por fin la Secretaría de Gobierno recuperó zonas públicas varios como separadores en avenidas convertidos en refugio de la informalidad. Numerosas casetas fueron levantadas en la avenida circunvalar. ¿Conocerán la invasión frente a la CAM?