Se escucha decir constantemente que los medios de comunicación controlan a los ciudadanos; que medios tradicionales vuelven ignorante a la gente e influyen en las conductas sociales determinando sus comportamientos. Algo de cierto hay en esta afirmación y los canales de comunicación son cada vez más sofisticados para incidir en el comportamiento colectivo. No obstante, hay varios problemas al pensar que, al mejor estilo zombi, las personas actúan conforme a los mensajes que reciben todos los días a través de los medios masivos. En la vida pública es muy común pensar que la propaganda basta para construir un proyecto de nación y algunos sectores se preocupan tanto del marketing que olvidan la política.
Históricamente, los regímenes políticos han utilizado la propaganda para legitimar sus proyectos y ganar aceptación general. Medios masivos como la televisión, la radio y la prensa lograron conectar a los ciudadanos con lo que pasaba en otras latitudes. Las distancias se acortaron y las interconexiones espaciales impusieron ritmos más acelerados a los cambios naturales de la historia de las especies en el planeta. En el presente se tiene la fe en que las redes sociales y las plataformas digitales son más efectivas para moldear los imaginarios sociales. Sin embargo, las nuevas tecnologías son similares a sus predecesoras y en países con déficit de conectividad como Colombia, la radio llega con mayor facilidad que el internet a algunos territorios. Tenemos tanta confianza en las redes sociales que pensamos que esa es la realidad. Pero lo que sucede ahí, así como lo que acontece en la pantalla de los televisores, solo es una parte del mundo, puede ser incluso que sea una parte mucho más ínfima de lo que imaginamos. Regímenes como los fascismos, que dominaron la propaganda para avanzar en sus objetivos, sucumbieron; buena parte de los ciudadanos se opusieron porque la búsqueda de la libertad se levantó en contra de la muerte a pesar de las campañas comunicativas.
Las buenas estrategias comunicativas, que desde luego son importantes, no reemplazan la acción política que se pone en marcha en la relación que establecen los ciudadanos. La cercanía de los cuerpos hace parte de una comunicación efectiva que aún no ha podido ser reemplazada por los adelantos tecnológicos, que tampoco es que sean tan impresionantes como los pintan si se comparan, incluso, con sociedades primitivas. Las redes sociales no son la vida, son imágenes momentáneas que pasan rápidamente. La relación a través de la corporeidad es lo que deja huella en la memoria.