La Nación
Reaprendamos de nuestros hijos 1 26 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Reaprendamos de nuestros hijos

Consuelo Serrato de Plazas

 

¿Cuál consideras la mayor lección de vida que has reaprendido de tus hijos?

Como tantas veces se ha dicho, los padres son los primeros educadores y piedra angular en el desarrollo integral de su descendencia. Noble tarea que se constituye en el «deber ser» desde el marco de la consolidación de bases sólidas que les permita cimentar un proyecto de vida con plenitud y responsabilidad. No obstante, tal y como lo expresara el escritor estadounidense Robert Brault: «El problema con el aprendizaje de ser padres es que los hijos son los maestros».

Sin lugar a dudas, ellos son nuestros maestros. Verdaderamente tenemos tanto, pero tanto que aprenderles. Una y otra vez nos sorprenden con su espontaneidad. Su capacidad de exploración. Su mentalidad abierta, libre de prejuicios sociales y esquemas mentales que a lo largo de los años se van interiorizando y nos impiden evolucionar.  En resumidas cuentas y como lo dijera Ángela Schwindt: «Mientras les enseñamos a nuestros hijos cómo vivir, ellos nos enseñan de qué se trata la vida».

Lo cierto es que a cada momento nos invitan con su manera de actuar, a replantear nuestro estilo de vida y potenciar la adopción de espacios de interacción más sensibles y menos presuntuosos. A simplificarnos y dejar de vivir a marchas forzadas. A disfrutar cada momento y ser feliz sin motivo alguno. A no dejar de soñar ni perder la capacidad de asombro. A ser optimistas, con la certidumbre de que todo va a estar bien. A decir te quiero a quienes nos quieren y a los que no también.

En su libro «Aprender de los hijos», Pilar Guembe y Carlos Goñi plantean que ellos son maestros que nos enseñan grandes cosas: «Optimismo, ilusión, imaginación, humor, alegría, confianza, serenidad… Si no fuera por ellos, probablemente no hubiéramos aprendido a mantenernos siempre jóvenes, a aceptar la frustración, a adaptarnos a lo imprevisible».

Contágiate con la sabiduría de tus hijos. No la desdeñes. No la subestimes. ¡Tienen tanto para enseñarnos y reenseñarnos…! Y de ser necesario, desaprendamos para volver a reaprender, puesto que ellos son contemporáneos del presente, en tanto nosotros lo somos del pasado.