La Nación
“Se crían hijos, pero no condiciones” 1 26 julio, 2024
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“Se crían hijos, pero no condiciones”

En vida recibió el nombre de Henry David Perdomo Murcia, le decían ‘UCA’, tenía 21 años, y a duras penas había estudiado su bachillerato en alguna institución educativa de Neiva. Hijo de una de esas familias disfuncionales que caracterizan los tiempos de la sociedad liquida y del cansancio; trató de emigrar a los Estados Unidos, pero fue devuelto desde su camino de ilegalidad. Su padre un obrero de construcción acepta la suerte y como para defender su propia responsabilidad aquiliana; confiesa que una cosa es criar un hijo, pero otra es crear condiciones.

Son muchas las visiones y opiniones sobre lo acontecido en Neiva Pan en la comuna 6 frente al Centro Comercial Unicentro en Neiva; muchos ven un simple ajusticiamiento a un fletero.   Casi todos justificamos el resultado final afirmando que se trató de defensa propia y legítima, otros escriben que así se deben tratar a las “ratas”, que es mejor que maten a los delincuentes ante la inefectividad de la justicia y de la Policía, la cual aún no logra capturar a los delincuentes y ya están libres por las calles, continuando con sus fechorías. Que es mejor hacer “” que promover programas de reinserción y de empleo o generación de ingresos que les retorne alguna esperanza. Que cualquier programa que se haga con jíbaros, con micro traficantes, jaladores o ladrones callejeros es plata tirada a la alcantarilla.

Buena parte de las opiniones se cifran en la teoría del caso: que hubo exceso de fuerza y desproporción en el ataque de respuesta; que la inmediatez y la proporcionalidad no puede exigírsele a un padre que ve en peligro a su hijo víctima de un deleito como el fleteo. Que los disparos asestados al delincuente fueron hechos sobre un muerto, que se trata de un asesinato imposible; que la responsabilidad es de uno de los hombres atacados; que ya lo había sometido y le había propinado puñaladas con anticipación a los disparos.  Y lo dicen porque son casi testigos inmediatos de sus muertes a través de las imágenes que ya circulaban en las redes y en los medios a los pocos minutos de acontecido el insuceso. Lo dicen en un contexto en que ya nada nos sorprende, en el que la muerte y la violencia se nos volvió costumbre.

Quienes aconsejan cero tolerancia con las bandas delincuenciales, sugieren encarcelar, someter a cadenas perpetuas y hasta pena de muerte, así sea con procesos sumarios de los propios ciudadanos haciendo que la justicia se torne en venganza. Aprovechan algunos en culpar a Petro o a los políticos y los gobernantes locales. Buena parte de los ciudadanos somos callados por nuestros propios miedos. Dejar que los hechos pasen mientras la injusticia social siga siendo una de las causas de bordear el abismo de un país fallido. Sin embargo, ¿porque no insistir en que la detención del camino criminal está en devolverles la esperanza a esos jóvenes que llevan parados en las esquinas, evadiéndose en el vicio y meditando sobre el mal camino o maquinando el crimen? ¿Porque no trabajar por incrementar los programas sociales de prevención del delito? ¿Porque no hacer verdadera presencia de Estado en nuestros asentamientos y en los barrios y comunas más pobres y abandonados? El silencio, la ausencia y la indiferencia del Estado son también causantes de la incertidumbre y la desesperación que produce el hambre y el desempleo. Eso sí, nada justifica hacerle daño al otro, despojar al otro de aquello por lo que tanto ha trabajado, aunque pertenezcamos a un sistema que justifica la desigualdad y reclama más venganza que justicia.