La Nación
COLUMNISTAS

sin estar aquí

Soy como muchos colombianos, diría que la gran mayoría, muy superior a las encuestas desfavorables de Santos, publicadas por estos días, quienes deseamos que venga a nuestra patria el Papa Francisco, ojalá lo más pronto posible, para que siga predicando sobre las causas de las penurias de Latinoamérica.

Independientemente de ese deseo, tuve la oportunidad de escuchar su intervención ante representantes de la sociedad civil, y sin necesidad de que al menos por ahora venga a nuestro territorio, desde la vecindad ecuatoriana, ha dicho dos verdades especialmente, de tantas que dice a diario, y que toca las fibras de nuestras dolencias diarias.

Reiteró los postulados de su encíclica sobre ecología, y sobre el desempleo juvenil.

Sobre la primera, para nadie es un secreto, la obligación de las actuales generaciones de proteger el ecosistema, y aun mas, decía, “de devolverle a las generaciones futuras” condiciones de vida mejores de las que hemos disfrutado en la actualidad, dentro del concepto de desarrollo sostenible. Podemos entenderlo, que se trata de una maldición para quien atente contra el medio ambiente, por ir en contra, no solamente de las actuales generaciones sino de las futuras, ante la negativa dada por los atentados terroristas, de garantizar opciones de vida a las actuales y futuras generaciones. Para buen entendedor pocas palabras.

Ahora bien, el desempleo juvenil, como caldo de cultivo, para caer en el delito, en la drogadicción, en las malas costumbres, contra la familia y contra la sociedad. De por sí, el desempleo es generador de pobreza y de miseria; desafortunadamente en Colombia, estamos en el último lugar de desempleo juvenil de América.

El desempleo es un atentado contra la dignidad humana como principio y valor constitucional, no tener empleo es la invitación a la indignidad, por el deterioro de la calidad de vida de cualquier ser humano, cada día, y más en las actuales condiciones del país, con los niveles tan deplorables de imagen de la confianza en el gobierno y su presidente, del deterioro en la inversión extranjera, generadora de empleo básicamente, por el mal manejo de la situación interna de seguridad y las recientes medidas económicas, que han espantado hacia otras latitudes esa inversión, no es posible inversión alguna, y menos aún, con los niveles tan insoportables del déficit fiscal del gobierno que supera los 20 billones de pesos.

En esas condiciones, ni siquiera el gobierno puede atender las necesidades mínimas a los ciudadanos, de ahí la crisis hospitalaria generada desde el mismo gobierno. Por eso, sin necesidad de estar aquí, el Papa Francisco ha dicho verdades sobre Colombia.