La Nación
“Somos como animales en vía de extinción” 1 26 abril, 2024
HUILA

“Somos como animales en vía de extinción”

Abel Santiago Gualy, uno de los máximos exponentes de la interpretación de la hojita, rememora las épocas en que el Día de San Juan era todo un jolgorio popular. Advierte que las tradiciones van en decadencia y que de no hacer algo por la cultura, no habrá nada qué mostrar.

 

Carolina Argüello Cruz

comunidad@lanacion.com.co

 

Con nostalgia Abel Santiago Gualy recuerda las épocas gloriosas en las que las tradiciones hacían parte de cada hogar, donde las fiestas de San Juan y San Pedro eran un solo jolgorio popular. Asegura que todo se ha transformado y está de acuerdo en la innovación, pero no se debe dejar de lado la cultura que caracteriza al Huila.

Junto con su familia nació y creció en el municipio de Palermo, lugar donde también nació su compromiso, pasión y amor por el folclor, el mismo que hoy defiende a capa y espada como su mayor tesoro.

“Yo recuerdo que la participación del pueblo era espectacular. Mi cuñado César Fierro, doña María Valbuena, Álvaro García, pata e’ palo y Saúl Dussán hacían la operación del muerto cargando al vivo que consistía que en una carroza se montaban y comenzaban a tirar las vísceras de los animales, la gente se divertía en ese desfile; no como hoy en día que la participación es una repelencia de motos echándose maizena y agua. Ahora es una cosa espantosa”.

Llegar a las veredas, era toda una verbena cargada de un compartir sin fin que llenaba el estomago de todos los visitantes sin mezquinar uno solo de los alimentos.

“Íbamos a las veredas donde hasta el más pobre mataba un marrano. Llegaba uno y lo atendían con aloja, chicha y el pedazo de asado para comer y hasta le regalaban para llevar. Hoy en día todo eso se acabó”, afirma con tristeza.

Abel Gualy es conocido por ser uno de los máximos exponentes de la interpretación de la hojita, instrumento que aprendió a tocar desde que era apenas un niño, su compromiso es tan grande que fue uno de los impulsores para que esta manifestación cultural fuera declarada patrimonio inmaterial de la humanidad.

“Yo aprendí a tocar la hojita acá en mi casa en el barrio Cándido Leguízamo al escuchar por radio a Gregorio y Gaspar, uno tocaba la hojita y el otro el tiple. La primera que hice sonar fue una hoja de verano a los 11 años de edad, por lo que desde muy temprano he venido vinculado al folclor”.

Gualy además ha estado entre las 10 mejores parejas de bambuco tradicional del departamento del Huila. Añade que recuerda a varios de los folcloristas más significativos de la región y teme que las nuevas generaciones no sostengan este legado.

“Fui muy amigo del maestro Ulises Charry, conocí a Rumichaca. Para mí el mejor tamborero que haya escuchado en mi vida es Amín Vargas, que pertenecía a la tonada de Fortalecillas, una de las más bonitas por su ritmo y cadencia”.

 

Se perdieron las tradiciones

Abel Santiago expresa que con el maestro Ulises Charry fue uno de los más críticos de la organización del festival, pues juntos alegaban que quienes venían a disfrutar de las fiestas de San Juan y San Pedro querían escuchar rajaleñas y música campesina y no reguetón.

“Aquí comercializaron todo. Lógico que hay que conseguir patrocinadores, pero lo que peleábamos era que las empresas grandes sacaban a los desfiles un planchón con un sonido y 5 o 6 mujeres bailando reguetón. Nosotros nos opusimos porque la gente que viene de afuera quiere ver nuestro folclor. Sin embargo, no hemos logrado que monten en un planchón un grupo de rajaleñas o de música campesina. A los empresarios les falta ese regionalismo que con nosotros nació porque nosotros lo vivimos de corazón”.

 

Falta de apoyos

Este hombre que interpreta la hojita de limón, de naranja y naranjuelo asegura que al sector cultural siempre le han faltado los apoyos, de hecho, afirma que su labor es mal paga, pues desde hace 17 años les han pagado un millón de pesos por las presentaciones.

“Me parece miserable que paguen eso. Sacan a los 10 mejores grupos del departamento, para que les paguen tienen que hacer una presentación acá en Neiva, figúrese que vengan de Santa María, Teruel, Paicol, Tesalia o Aipe y tengan que devolverse con las manos vacías y volver en 3 o 4 meses para que les paguen. Antes nos daban la plata de una vez y se firmaba una planilla. Los premios siempre han sido muy pocos para lo que se merece el artista. Acá traen artistas de otras partes y de una vez les pagan”.

 

Rajaleña

Hablar de rajaleña es rememorar una manifestación llena de alegría, picardía y añoranza. Una tradición campesina que si no se inculca en los niños y jóvenes quedará enterrada en el olvido y será apenas un bello recuerdo.

“Las rajaleñas nacen en Aipe, Yaguará y Campoalegre. Palermo era el primer productor de anís. La gente tunaba y se tomaba su buen trago. Sin embargo, hoy ni eso les ha dado vergüenza a los políticos, mandar a producir el anís a Antioquia cuando teníamos todo acá. Espero que de verdad tengan en cuenta la cultura porque es muy bonita. Somos como animales en vía de extinción, de aquí a mañana si no se ponen las pilas no tendremos nada qué mostrar”.

Precisó que no existen escuelas donde se fomente el folclor en los niños, añade que las nuevas generaciones no saben nada cuando les hablan de una marrana, una tambora, una esterilla o un chucho.

 

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