La Nación
TLC, crisis económica, desempleo y subdesarrollo 1 17 mayo, 2024
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TLC, crisis económica, desempleo y subdesarrollo

El Gobierno colombiano, cedió a las presiones de Estados Unidos, y aceptó el TLC, sin previsiones válidas para los intereses de la nación. Los tratados de libre comercio, no son malos per se. Los efectos negativos, que damnifican a los países sometidos y en desarrollo, obedece a términos impuestos, por los países desarrollados, calculados para maximizar ganancias y asegurar dominación económica y política.

 

Desde la profundización de la apertura económica, impuesta por el consenso de Washington en 1989; gobierno, academia, dirigentes políticos, gremios económicos; debieron diseñar e implementar proyectos y políticas de estado que permitirán potenciar el aparato productivo y educativo-académico colombiano, para garantizar, en el mediano y largo plazo, poder competir en el mercado globalizado.   Nada hicieron ni están haciendo, hasta la fecha, en tal sentido.

Un país no debe esperar salir del subdesarrollo y de la pobreza, compitiendo solamente con materias primas. Es necesario crecer tecnológicamente e industrializarse.

La calidad y pertinencia de la formación académica, tecnológica y científica, son determinantes para lograr objetivos de desarrollo y competitividad.

El sector de formación intelectual, técnica y científica no ha recibido la atención debida, ni hay políticas de estado que garanticen alcanzar niveles satisfactorios. La reforma educativa del actual gobierno, es cosmética, impregnada de tufo populista.

La formación académica técnica y científica, no corresponde a los requerimientos del desarrollo global. Es de mala calidad.

En el ranking internacional 2024 (Shangai), solo dos universidades colombianas se ubican entre las primeras mil. La U. Nacional y  la de los Andes, en su orden,  la de Antioquia y del Valle, le siguen a gran distancia. Son indicadores muy dicientes, complementados por desastrosos resultados, año tras año, de las pruebas Saber 11 (ICFES), Saber Pro (Ecaes) y Pisa.

Después de 20 años de profundización de la apertura económica 1990, el nivel de desarrollo industrial y tecnológico, no garantiza poder  competir con ventajas comparativas, en el mercado global. Hay sectores de la producción básica, destruidos o estancados y con precario o nulo poder competitivo. Las políticas de los gobiernos, en materia agropecuaria, han sido y son un fracaso, como consecuencia de la improvisación e inconsistencia de los programas.

La importación de alimentos de origen agropecuario, superó 16 millones de toneladas en 2023. El área sembrada, continúa en los niveles de principios de 1990. El maíz, cuya importación superó los 6.1 millones de toneladas, es un producto de amplio consumo humano y para la producción de concentrados.

Se continúa importando, para la demanda alimentaria nacional, el 98% del trigo, el 95% de la cebada y el 85% de la soya, el 48% del consumo nacional de leche que consumimos.  Fuera de los productos nombrados, Colombia importa, frijol, lenteja, arveja, leche, queso, miel, entre otros y una gran variedad de productos procesados y semi-procesados.

No producirlos en Colombia, obliga perder más de dos millones de puestos de trabajo, directos permanentes, de acuerdo con rendimientos nacionales, más otro tanto indirectos, además de desequilibrar el flujo de divisas, con esas importaciones.

Esta realidad del desarrollo de la economía básica nacional, explica por qué, el 58% del potencial laboral, está en la informalidad, en el rebusque o desempleada y que permanentemente crezca la pobreza la miseria, con sus efectos sociales y económicos correspondientes.

 

La caída de las exportaciones e importaciones, en los últimos 18 meses, es evidente e irremediable en el corto plazo, dadas las causas, características de la crisis económica y perspectivas de la crisis financiera nacional y del mercado global.

 

La problemática económico-social y fiscal, es consecuencia del precario crecimiento socioeconómico nacional y a la continuada irresponsabilidad, política y social, de cada uno de los gobiernos y al sometimiento, de ellos, a los recetarios del modelo neoliberal, impuesto por los centros de poder hegemónicos, económicos y geopolíticos.

 

De acuerdo con los anuncios, previsiones y políticas del actual gobierno, los efectos de la crisis económico-social y política, tienen que hacer crecer el déficit fiscal y comercial, lo que   hará inmanejable el crecimiento de la deuda externa e interna, con las correspondientes consecuencias.

 

La deuda, interna y externa nacional, ya supera los U$200.000 millones, 55.3 del PIB. La deuda pública, supera los U$110.000 millones, 32% del PIB. La deuda interna es mayor que la externa. Supera los U$200.000 millones. Alrededor de $480 billones de pesos. Y el costo del servicio, de esa deuda durante el año 2024, puede superar los $100 billones.

Esta situación desproporcionada y deplorable, obliga mayor endeudamiento. El gobierno celebra el cupo abierto por el FMI recientemente, de U$8.400 millones, pero ese halago, puede convertirse en pesadilla para el desarrollo nacional y la democracia.

Colombia, para superar la crisis socioeconómica y sus efectos, debe institucionalizar políticas de estado, que garanticen, en el corto y mediano plazo, sustituir importaciones con producción nacional.

 

Para lograrlo, debe aceptar racionalmente y tener en cuanta, el sentido y alcances de las conclusiones axiomáticas de Thomas Piketty y obrar y proceder en consecuencia, con la conclusión, que puntualiza:” En efecto, el asunto de la distribución y manejo de la riqueza de las naciones, es demasiado importante como para dejarlo solo en poder de economistas, sociólogos, abogados, historiadores, filósofos, poetas y oportunistas.” Y agrego yo; politiqueros, mediocres disfrazados de especialistas y científicos, corruptos, paracaidistas y bufones.

La solución progresiva y sostenida de la problemática socioeconómica y política Colombiana, demanda pragmatismo en la toma de decisiones y sentido práctico, en desarrollo de programas que garanticen reducir la pobreza en tiempo razonable. Exige impulsar integralmente la producción y desarrollo nacional, agropecuario, tecnológico, industrial, comercial, con énfasis en la productividad y competitividad y decidida sustitución de importaciones por producción nacional. Si no se proceden así, todo conducirá a más engaño y frustración.

Nada de lo expresado aquí, se logra con discursos, con aprobación de leyes y decretos o simples anuncios engañosos, de proyectos inútiles e insustentables, técnica, social y económicamente.