La Nación
EDITORIAL

Tragedia de Balsillas

El fin de año nos dejó una gran tragedia por el impresionante derrumbe en la vía Neiva a Balsillas, El fin de año nos dejó una gran tragedia por el impresionante derrumbe en la vía Neiva a Balsillas, con un saldo que, increíble y afortunadamente, no fue más grave pero igual generó enorme dolor en varias familias e incalculables daños a corto y mediano plazo sobre toda esta hermosa zona de los departamentos de Huila y Caquetá, azotada periódicamente tanto por la naturaleza como por la violencia humana del conflicto interno. Toda la ruta que nos conduce de la capital opita a Balsillas, Guayabal y San Vicente del Caguán discurre sobre una de las áreas del sur colombiano que mayor potencial tiene en producción ganadera y lechera de la mejor calidad, amén de una población caracterizada por su gran capacidad de trabajo, apego a su terruño y firme determinación de progreso y desarrollo, pese a tantos avatares del destino y de actores extraños a su vida corriente. Difícilmente puede hallarse, por ejemplo, una especie de sabana más hermosa y productiva – aparte de la de Bogotá – como la de Balsillas, desconocida por supuesto para la enorme mayoría de colombianos. Territorios inexplorados, naturaleza exuberante y gente de la mejor condición constituyen estos escenarios, hoy epicentro de la gran tragedia de fin de año en el país, y solo por ello en el foco de atención. Quisiesen sus habitantes, y los acompañamos en ello, que Colombia se ocupara más a menudo de sus apremios, necesidades y dolencias sociales, no sólo por obra y gracia de un derrumbe, de una acción guerrillera o de otros eventos de desgracia, sino y sobre todo porque allí habitan compatriotas con iguales o mayores derechos para que se les tome en cuenta, habida consideración del histórico abandono en que les hemos mantenido. El gigantesco Plan Colombia, por ejemplo, que adelantaron los presidentes Pastrana y Uribe, se centró únicamente en el impresionante despliegue militar, con poco o nulo acompañamiento de verdaderos y permanentes programas sociales. Los enormes gastos, de miles de millones de dólares, que los habitantes de esta zona vieron pasar en forma de modernos helicópteros y otras sofisticadas armas, muy poco hicieron para mejorar sus condiciones de vida. Y lo que era el fin principal, la derrota militar de fondo de las Farc, aún sigue en veremos 10 años después. Ojalá, insistimos, este foco de atención que tuvo Balsillas y su área circundante el fin de año por el derrumbe genere algo más que la noticia coyuntural. En todo caso sí vale destacar la atención de la emergencia, con todos los mecanismos posibles, de parte de los gobiernos Nacional, de Neiva y el Huila; son ya añejas las épocas de carencias en equipos y dispositivos para los desastres, hoy contamos con muy buenas herramientas que se pusieron en marcha en este caso con eficiencia y rapidez. Todos atentos, poniendo lo mejor de una institucionalidad hoy fortalecida en ese campo, con plausible disposición sin importar las fechas festivas que es lo que corresponde. Una tragedia cuyas consecuencias se seguirán sintiendo un largo tiempo, pero que esperamos le deje a esta zona nacional más que dolor y lágrimas. Territorios inexplorados, naturaleza exuberante y gente de la mejor condición constituyen estos escenarios, hoy epicentro de la gran tragedia de fin de año en el país, y solo por ello en el foco de atención.